Se conoció un discurso pronunciado por el líder del Partido Comunista meses atrás, cuando ya vaticinaba los resultados desfavorables que se conocieron recientemente.
La economía de China atraviesa uno de sus momentos más delicados tras la pandemia del coronavirus y la coyuntura mundial, que mantiene su crecimiento estancado y retrasa su recuperación.
Así lo expusieron los últimos datos difundidos por el régimen de Beijing con un récord de desempleo joven, un crecimiento de tan sólo el 3,7% de la producción industrial, un alza de apenas el 2,5% interanual de las ventas minoristas y predicciones de grandes dificultades para alcanzar el objetivo de crecimiento del 5% fijado para este 2023.
“Tras la suave transición de la prevención y el control de la epidemia, la recuperación económica de China es un desarrollo ondulatorio y un proceso tortuoso que, inevitablemente, se enfrentará a dificultades y problemas”, reconocía este martes el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Wang Wenbin.
Sin embargo, a la par de estas noticias se conocieron unas declaraciones de Xi Jinping, en un intento por llevar calma a la población y al mundo.
El medio oficial Quishi difundió un discurso pronunciado por el líder del partido el pasado 7 de febrero, tras ser ratificado para un tercer mandato, en el que ya preveía un desempeño peor que el esperado en materia económica pero pedía paciencia y resiliencia en este camino hacia el “rejuvenecimiento nacional”.
En su alocución, el líder de Beijing hacía referencia a este período como uno transicional hacia una “prosperidad común” -una “misión a largo plazo”-, para la cual, a pesar de ser más sencillo, China “no puede limitarse a tomar el camino más frecuentado”.
Es por ello que pidió a la gente que no se distraiga con los números que salen periódicamente sino que, por el contrario, mantenga su atención en alcanzar el progreso y la sostenibilidad del país.
No obstante, el líder del PCCh reconoció que esto no será una tarea sencilla y, por el contrario, habrá una serie de dificultades y contratiempos que -inevitablemente- deberán enfrentar.
“Debemos tener en cuenta el tamaño de la población y la gran brecha existente entre el desarrollo rural y el urbano. No podemos ser ambiciosos y poco realistas”, decía ya en febrero.
En ese sentido, continuó explicando que “una población super grande puede proporcionar mano de obra suficiente y un mercado interno super grande” pero que, a la par, “es todo un reto garantizar la alimentación de 1.400 millones de personas”, así como “el empleo, la distribución (de la riqueza), la educación, la sanidad, la vivienda, el cuidado de ancianos y niños”.
Otro aspecto resaltado por Xi en su discurso fue la trampa de la renta media, lo que deja a los países estancados y les impide alcanzar el nivel de renta alta.
Por último, el líder chino hizo alusión a las inundaciones generalizadas, la baja tasa de natalidad y el rápido envejecimiento de la sociedad, asuntos aún pendientes de resolver.
De todas formas, el sector empresarial -tanto local como extranjero- se ha mostrado desconfiado ante esta iniciativa de prosperidad ya que temen que el régimen suprima sus actividades, a pesar de sus negativas.