Los efectos de la sequía que afronta la región centroamericana están comenzando a afectar negativamente a la mayor vía de comunicación fluvial de Latinoamérica. El Canal de Panamá ha tenido que limitar el tránsito diario de buques y los navíos en cola de espera para cruzar alcanzan este jueves los 114.
El incremento todavía no es sensible –en circunstancias normales hasta 90 barcos esperan diariamente para navegarlo–, pero señala un camino que puede agravarse a medida que continúe escaseando el agua.
El descenso en los niveles de agua del Canal ha propiciado que su autoridad gestora limite el número de navíos que lo pueden transitar al día a 24: 10 buques de gran tamaño y cuatro normales por las esclusas de Panamax y otros 10 por las de Neopanamax.
En total, alrededor de ocho navíos menos que en coyunturas normales. Por cada uno de ellos, la infraestructura utiliza 200 millones de litros de agua dulce.
Los barcos que esperan para tránsitos no reservados permanecen parados un promedio de entre 9 y 11 días, aunque ahora mismo alguno debe aguardar cerca de 14, según los datos que publica la entidad gestora.
Ahora, el cuello de botella que se ha comenzado a crear alerta de un posible aumento de la inflación en los países más expuestos a esta vía de comunicación, como es el caso de EE.UU. También se teme que las pérdidas para las compañías navieras sean sustanciosas.
Detrás del actual estado de los 33 kilómetros que mide el Canal de Panamá se encuentra la ineficacia de los procesos hídricos, pero, sobre todo, la falta de lluvias en toda la región. Para Panamá, por el contrario, el impacto económico no se prevé que sea demasiado fuerte, toda vez que los ingresos obtenidos por los derechos de cruce del Canal aportan tan solo alrededor del 6 % del PIB nacional, alrededor de 3.000 millones de dólares en 2022.
Más importante puede ser cómo gestionar el caudal de agua disponible, en el marco de la actual ausencia de lluvias, teniendo en cuenta que el Canal se abastece de la misma cuenca que alimenta a la Ciudad de Panamá.
La sequía en Panamá ha empeorado en los últimos ejercicios, hasta tal punto que el Gobierno del país declaró el Estado de Emergencia Ambiental el pasado 30 de mayo. Los pronósticos del Ministerio de Medio Ambiente indican una disminución de precipitaciones, sobre todo en el occidente, mientras que la estación seca se ha prolongado.
Además, la ausencia de lluvias va acompañada de un aumento de las temperaturas y se están viendo afectadas tanto la agricultura y la ganadería, como los ecosistemas y la salud humana. Asimismo, junto a la escasez de agua para el consumo humano y para dar servicio en el Canal, se observa un aumento del nivel del mar que afecta a las comunidades costeras y también tiene repercusiones negativas en las infraestructuras y en la seguridad alimentaria.