Al pronunciar una homilía en la Plaza de San Pedro al inicio de la primera reunión mundial de líderes de la Iglesia, o sínodo, en cuatro años, el Papa dijo que los obispos deberían evitar “estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas”.
El Sínodo no fue un intento de “apartarse del sagrado patrimonio de la verdad recibida de los Padres”, afirmó. Pero la Iglesia debe evitar convertirse en “una Iglesia rígida, que se arma contra el mundo y mira hacia atrás” o en “una Iglesia tibia, que se entrega a las modas del mundo”.
El papa Francisco dijo que la Iglesia Católica necesita ser reconstruida para que sea un lugar de acogida para “todos, todos, todos”, al inaugurar una reunión divisiva sobre el futuro de la Iglesia que ha despertado esperanza entre los progresistas y alarma entre los conservadores.
Pocas veces en los últimos tiempos una reunión vaticana ha generado tanta esperanza, expectación y temor como este encuentro a puerta cerrada de tres semanas, conocido como sínodo.
Los líderes de la Iglesia se han estado preparando para el sínodo de un mes de duración durante los últimos dos años, pidiendo a los católicos de todo el mundo que compartan su visión para el futuro de la Iglesia.
El Papa ha decidido incluir a unos 70 laicos, la mitad de los cuales son mujeres, además de cardenales y obispos, entre los 365 miembros con derecho a voto en el sínodo.
Los críticos conservadores del Papa se han vuelto cada vez más abiertos antes del sínodo, en donde tratarán temas como el celibato o la bendición a las parejas LGTBIQ+, lo que ha disparado las críticas del sector conservador, que, además de enviar una carta al papa con sus dudas, organizó este martes una rueda de prensa en la que bajo el título de la babel sinodal auguró que la asamblea será un desastre para la Iglesia.
En su homilía de hoy, Francisco pareció responder a esas críticas, al explicar que para la Asamblea Sinodal no nos sirve tener una mirada inmanente, hecha de estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas y que tampoco es un parlamento, sino que sirve para caminar juntos, con la mirada de Jesús, que bendice al Padre y acoge a todos los que están afligidos y agobiados.
El cardenal Raymond Burke, un estadounidense radicado en Roma que es uno de los principales críticos del Papa, ha pedido una defensa contra el veneno de la confusión, el error y la división que temía que el sínodo pudiera introducir.
Por primera vez, a las mujeres, incluidas varias monjas, se les permitirá votar, algo que las mujeres conservadoras han impugnado, diciendo que sólo los obispos deberían tener ese derecho.
El papa instó a ser “una Iglesia que, con corazón alegre, contempla la acción de Dios y discierne el presente; que, en medio de las olas a veces agitadas de nuestro tiempo, no se desanima, no busca escapatorias ideológicas, no se atrinchera tras convicciones adquiridas, no cede a soluciones cómodas, no deja que el mundo le dicte su agenda”.