En Haití, cerca de cinco millones de personas, casi la mitad de la población, se enfrentan a inseguridad alimentaria aguda y, de ellas, 1,64 millones afrontan niveles de emergencia, de acuerdo con los datos que maneja el PMA. Son las tasas más altas desde el terremoto de 2010, que causó unas 300.000 muertes.
En los últimos años, Haití ha experimentado un aumento constante del hambre, y la prevalencia de la inseguridad alimentaria aguda pasó del 35 % en 2019 a casi el 50 % en 2024.
Algo en lo que insiste el director del PMA en Haití, Jean-Martin Bauer: “Hay cinco millones de personas que tienen dificultad para conseguir comida. Es gente que no sabe qué va a comer mañana, que no tiene dinero para saber si va a comer al día siguiente”.
Entre las zonas más afectadas se encuentra el valle de Artibonite, considerado el granero del país y donde grupos armados se han apoderado de tierras agrícolas y han robado cosechas.
También son motivo de preocupación el departamento del Oeste, las zonas rurales del sur y varios barrios pobres de la capital, como Croix des Bouquets y Cité Soleil, con importantes focos de hambre.
“Artibonite es una zona que producía mucha comida para el país y ahora ellos mismos no tienen para comer, debido a la violencia”, explica Bauer, quien estima que hay 3.000 productores que no pueden cultivar la tierra y la abandonaron debido a la violencia de las bandas.
El personal del Centro de Animación Campesina y Acción Comunitaria (CAPAC), una de las organizaciones locales con las que trabaja el PMA realiza todos los días recorridos en colegios, llevando comida a niños, ancianos, mujeres embarazadas y refugiados, poniendolos en primer lugar de reparto, despúes el resto de la población.