El Gobierno brasileño confirmó este miércoles que hundirá en el Atlántico un portaviones fuera de servicio, que ha estado flotando sin rumbo en altamar desde hace cinco meses, ya que ningún puerto lo acepta por los materiales tóxicos que hay en su casco.
El buque Sao Paulo, de 32.000 toneladas, tendrá un hundimiento planificado y controlado en aguas de jurisprudencia brasileña, a unos 350 kilómetros de la costa en el Atlántico, a una profundidad de 5.000 metros, según un comunicado conjunto del Ministerio de Defensa, la Marina de Brasil y la Fiscalía General.
De acuerdo con las autoridades, “debido al deterioro de las condiciones de flotabilidad del casco y la inevitabilidad del hundimiento espontáneo”, la Marina aseguró que no tenía otra alternativa, que no sea “echar el casco por la borda, por medios del hundimiento planeado y controlado”.
La noticia llega un día después de que el Tribunal Federal de Pernambuco negara una solicitud presentada por el Ministerio Público Federal para bloquear el hundimiento citando la amenaza ambiental que representa, y los peligros para la salud pública debido la cantidad de asbesto presentes en el casco.
La travesía del barco, que sirvió a la Armada francesa desde 1963 hasta 2000 como Foch, comenzó en agosto, después de ser vendido por dos millones de dólares (10,5 millones de reales) a un astillero turco especializado en el desguace de embarcaciones. Sin embargo, nunca llegó a su destino debido a que fue rechazado por las autoridades de Turquía y, en el camino de regreso, también por los puertos brasileños, recogen medios locales.
No se ha revelado cuándo se llevará a cabo el procedimiento.
El Sao Paulo, de clase Clemenceau, tiene 266 metros de largo, con capacidad de transportar 40 aviones a bordo y albergar 1.300 tripulantes.