El papa Francisco, que ha impuesto una serie de medidas de reducción de gastos en el Vaticano, que atraviesa dificultades económicas, advirtió que el atribulado fondo de pensiones de la ciudad-estado necesita una reforma urgente para garantizar las obligaciones futuras. Los empleados del Vaticano respondieron expresando su preocupación de que su remuneración pudiera ser objeto de cualquier recorte de gastos adicional para apuntalar el sistema de pensiones, y pidieron que se hicieran públicas las finanzas del fondo.
En una carta a los jefes de los departamentos del Vaticano y a los cardenales, Francisco dijo que había nombrado a un importante asesor económico, el cardenal Kevin Farrell, como administrador especial del fondo, lo que sugiere que era necesaria una acción decisiva e inmediata.
La carta fue la última evidencia de la precaria situación financiera del Vaticano, tras años de mala gestión, escándalos financieros y déficit presupuestario, todo ello empeorado por el COVID-19 y los cierres durante meses de una fuente clave de ingresos, los Museos Vaticanos.
Francisco ya ha recortado los salarios de los cardenales en un 10%, ha suspendido algunas bonificaciones por antigüedad, ha recortado los estipendios especiales para los cardenales con sede en Roma y ha comenzado a cobrar algunos alquileres a precio de mercado por sus apartamentos.
El fondo de pensiones ha sido durante mucho tiempo una fuente de especial preocupación, y en la nueva carta Francisco reconoció que el análisis actual “indica un grave desequilibrio potencial en el fondo, cuyo tamaño tiende a expandirse con el tiempo en ausencia de intervención”.
La Asociación de Empleados Laicos del Vaticano, lo más cercano que tiene el Vaticano a un sindicato, expresó su alarma ante la advertencia de Francisco sobre sus pensiones, insistiendo en que los empleados laicos ya se habían sacrificado lo suficiente en sus iniciativas de reducción de costos y que la dirigencia del Vaticano debería escuchar las preocupaciones de los trabajadores. Al señalar que Francisco predica con frecuencia sobre la necesidad de dar a los trabajadores salarios dignos y prestar especial atención a las necesidades de las familias, el sindicato dijo que los empleados estaban “agotados por los recortes y especialmente por la falta de respuestas a su legítima solicitud de ser escuchados”.
El Vaticano tiene unos 4.500 empleados, alrededor de 3.100 de los cuales trabajan para la burocracia de la Santa Sede y el resto para el propio estado de la Ciudad del Vaticano, en los museos y otras oficinas que administran el territorio. El sindicato cuenta con unos 700 empleados laicos.
Si bien los salarios del Vaticano suelen ser bajos, los beneficios pueden ser atractivos para los laicos italianos, incluidos ingresos libres de impuestos y acceso a un sistema de salud privado, alquileres por debajo del mercado y un supermercado, una gasolinera, una farmacia y una tienda departamental libres de impuestos.