En todo el mundo, las empresas no esperan hasta el 20 de enero, día de la toma de posesión presidencial, para ver qué países, productos o tasas arancelarias se anuncian en las ampliamente publicitadas guerras comerciales de Trump.
La mera amenaza de sus aranceles universales está desatando una disputa por esquivar las balas tarifarias que deja al sistema comercial global propenso a cuellos de botella, cargado con costes más altos y vulnerable a perturbaciones en caso de que se produzca un shock económico.
Para ganar a la competencia, algunas empresas están adelantando pedidos. Otras están buscando nuevos proveedores o, si eso no es posible, renegociando las condiciones con los existentes. Todos los casos tienen cosas en común: la renovada tensión conlleva más costes, en forma de mayores inventarios y envíos urgentes con precios más altos, o la incertidumbre de arriesgarse a cambiar de proveedores cuya fiabilidad no está contrastada. En última instancia, los consumidores serán quienes paguen la factura.
El problema es que, a pesar de todas las medidas preventivas que se están tomando, no hay garantía de que las estrategias que ayudaron a algunas empresas a soportar la primera guerra comercial de Trump funcionen ahora.
Esta vez tiene el punto de mira dirigido tanto a aliados como a adversarios. Así lo hizo patente a finales de noviembre con su amenaza de imponer aranceles adicionales del 10% a los productos de China y del 25% a todos los productos de México y Canadá, sus socios comerciales preferentes.
Zipfox, una plataforma online de búsqueda de productos que pone en contacto a empresas estadounidenses con fábricas principalmente en México, ha experimentado un aumento del 30% en las solicitudes desde las elecciones, según su fundador y director ejecutivo, Raine Mahdi.
Este empresario reconoce que las consultas aumentaron nuevamente después de que Trump amenazara con aranceles del 100% a las naciones emergentes (BRICS). La mayoría de ellas provienen de importadores de bienes fabricados en China. Mahdi advierte contra el peligro de dormirse en los laureles: “Si esperas demasiado, te encontrarás tratando de hacer la transición a última hora y en peores condiciones”.
Los puertos de China registraron un crecimiento de dos dígitos en el tráfico de contenedores en las dos semanas previas a las elecciones y ese frenesí aumentó aún más hasta alcanzar un aumento de casi el 30% en la segunda semana de diciembre.
Asimismo, los vuelos internacionales de carga aérea han aumentado al menos un tercio cada semana desde mediados de octubre y los economistas esperan que esto continúe a medida que los clientes se apresuren a realizar pedidos anticipados.
Al otro lado del Pacífico, la puerta de entrada de contenedores más transitada de Estados Unidos, formada por los puertos gemelos de Los Ángeles y Long Beach, está experimentando también un aumento de los contenedores entrantes, similar a la ola que acompañó las primeras andanadas arancelarias de Trump contra China hace siete años.
Ambos puertos han superado la actividad récord de la era de la pandemia en el tercer trimestre y se espera que los volúmenes se mantengan elevados hasta el próximo año.
Los pedidos anticipados comenzaron mucho antes de las elecciones estadounidenses y ahora están llegando a los muelles. Solo en el puerto de Los Ángeles, los envíos de contenedores en noviembre aumentaron un 19% con respecto al mismo periodo del año anterior. A falta de los datos de cierre del ejercicio, 2024 será el año de mayor actividad en Long Beach.
Los aranceles no son el único factor que contribuye a adelantar pedidos. A él hay que añadir la prisa habitual antes de las vacaciones anuales del Año Nuevo Lunar en China, que comienzan a fines de enero, y la necesidad de adelantarse a posibles huelgas portuarias en Estados Unidos.
Solo acaba de empezar 2025 y puede que ya tengamos la palabra del año. Desde las elecciones estadounidenses de principios de noviembre, la Reserva Federal percibe una gran inquietud sobre los futuros gravámenes comerciales.
La palabra “arancel” apareció 11 veces (la mayor cantidad desde 2020) en el último Beige Book, una encuesta a empresas realizada por el banco central estadounidense.
Además, un análisis de la presentación a analistas de los resultados trimestrales por parte de los directivos de las empresas del S&P 500 refleja cómo la mención de la palabra “aranceles” aumentó en noviembre hasta su nivel más alto desde finales de 2019, según Bloomberg.
Las empresas industriales y, en particular, las de maquinaria industrial y proveedores son las que más temen las barreras comerciales.
Las multinacionales tienen más margen de actuación, pero no así el resto del tejido empresarial compuesto por medianas y pequeñas compañías.
Según una encuesta de Oxford Economics realizada a 156 empresas estadounidenses en las dos semanas anteriores al 10 de diciembre, el 65% de los encuestados dijo que una guerra comercial global representa un riesgo muy significativo para la economía mundial en los próximos dos años, en comparación con el 38% que opina que el mayor riesgo es un enfrentamiento entre Rusia y la OTAN, y el 14% que destaca el potencial desestabilizador de un conflicto entre China y Taiwán.
En los grandes centros manufactureros de China, las empresas están tratando de mantener las exportaciones. En Hangzhou, alrededor del 90% de los productos de Hangzhou Skytech Outdoor se destinan a Estados Unidos, lo que la hace vulnerable a aranceles superiores al 25% que ya se aplicaron a sus exportaciones estadounidenses durante la primera guerra comercial entre 2018 y 2019.
La empresa está considerando ofrecer a sus compradores estadounidenses un precio que incorpore tanto los aranceles como el flete, pero estos tendrían que ser al menos entre un 10% y un 15% más altos, dependiendo del nuevo nivel de aranceles. Mientras tanto, la empresa pretende enviar la mitad de la demanda prevista para 2025 antes de que Trump jure el cargo.