El 20 de enero de 2024, cuando Donald Trump asumió nuevamente la presidencia de los Estados Unidos, las alertas de los empresarios mexicanos, especialmente los de las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs), se encendieron. La política proteccionista que el magnate ha defendido a lo largo de su carrera podría poner a prueba la resiliencia de un sector que representa más del 99% de las empresas en México y que es responsable de una gran parte de los empleos en el país con alrededor de 72% según datos del Inegi.
Sin embargo, ante esta situación de incertidumbre, se abren también oportunidades que, si se gestionan correctamente, pueden traducirse en un crecimiento sin precedentes para las MiPyMEs mexicanas.
Las palabras de Trump durante su campaña y sus primeros actos como presidente apuntan hacia una intensificación de las barreras comerciales, buscando priorizar el empleo estadounidense y reestructurar acuerdos como el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), parecen construir un panorama desalentador para las MiPyMEs que dependen en gran medida del comercio exterior y las cadenas de suministro transfronterizas.
El riesgo de un endurecimiento de las tarifas y la introducción de nuevas restricciones podría afectar su acceso al mercado estadounidense, uno de los más importantes para exportaciones mexicanas, sin embargo, varias empresas mexicanas ya están adaptándose a este cambio de paradigma desde antes y pueden ser un gran ejemplo, aunque hoy ya son consideradas grandes.
Sin embargo, en este contexto también surgen grandes áreas de oportunidad porque la política proteccionista de Trump puede abrir la puerta a una revalorización de la manufactura local y el consumo de productos nacionales. Las MiPyMEs que logren adaptarse a las exigencias del mercado interno, ampliando su oferta de productos y servicios, pueden encontrar en este cambio una fuente estable de demanda.
Muchas de estas empresas podrían aumentar su presencia en mercados locales que históricamente han estado dominados por productos importados, especialmente de Estados Unidos y China. Así que uno de los primeros pasos debe ser el reforzamiento de sus capacidades de innovación, calidad y atención al cliente para aprovechar esta transición hacia lo nacional.
Además, el impulso a las cadenas de suministro dentro de América del Norte puede ofrecer una ventaja competitiva a aquellas empresas mexicanas que logren optimizar sus procesos logísticos y de manufactura. La cercanía con Estados Unidos, aunque bajo un entorno más proteccionista, sigue siendo una ventaja en términos de tiempos de entrega y costos comparativos, por lo que las MiPyMEs mexicanas que apunten a ofrecer productos de nicho, de alta calidad y con tiempos de respuesta rápidos podrían encontrar en los cambios de políticas un espacio para diferenciarse y ganar competitividad.
Otro punto crucial es la necesidad de diversificación porque la dependencia de las exportaciones hacia el vecino del norte es uno de los principales puntos débiles de muchas pequeñas y medianas empresas. En un entorno de mayor incertidumbre política, las MiPyMEs deben explorar nuevos mercados, no solo dentro de América Latina, sino también en otras regiones del mundo, donde existen oportunidades como fortalecer su presencia en mercados asiáticos, europeos y africanos, lo cual se presenta como una estrategia válida.
Para ello, el gobierno mexicano, junto con organismos de apoyo a las empresas, deberá impulsar políticas que faciliten el acceso a estos nuevos destinos, ofreciendo plataformas de comercio internacional, información sobre regulaciones y apoyos financieros.
Sin embargo, para lograr superar estos desafíos y aprovechar las oportunidades, las MiPyMEs deben tomar acción y el primer paso es fortalecer su competitividad. Esto implica no solo mejorar la calidad de sus productos y servicios, sino también optimizar sus procesos internos, hacer uso de la digitalización para llegar a nuevos consumidores, y adoptar tecnologías que les permitan ser más eficientes y ágiles.
El segundo paso es la colaboración. Las MiPyMEs mexicanas deben unirse, formar redes de apoyo y asociaciones que les permitan compartir costos, conocimientos y mejores prácticas. Las alianzas con otras pequeñas y medianas empresas pueden ser clave para superar las barreras comerciales, ya que les permite acceder a economías de escala y aumentar su competitividad frente a actores más grandes.
Por último, una estrategia fundamental será el manejo adecuado de la incertidumbre económica, uno de los grandes enemigos de las MiPyMEs. Enfrentarla requiere una planificación financiera robusta, con una clara gestión de riesgos.
Es vital que las empresas mexicanas tengan acceso a información de calidad sobre las políticas exteriores de Estados Unidos, así como a instrumentos de cobertura y financiamiento que les permitan protegerse de fluctuaciones inesperadas.
De tal forma que, aunque la política proteccionista de Trump representa un reto para las MiPyMEs mexicanas, también abre un abanico de oportunidades a las empresas que sepan adaptarse, innovar, diversificar y colaborar; todas ellas tendrán la posibilidad de crecer, tanto a nivel nacional como internacional porque el cambio es inevitable, pero con las estrategias correctas, las MiPyMEs pueden convertir los desafíos en peldaños hacia el éxito.