Los franceses que esperan preservar sus beneficios de jubilación salieron a las calles el miércoles en una protesta nacional cuando un comité de legisladores reunido a puerta cerrada validó la redacción del impopular plan de pensiones del presidente Emmanuel Macron.
Macron tenía los medios en el comité conjunto del Senado y la Asamblea Nacional para avanzar en su plan para aumentar la edad de jubilación de 62 a 64 años, pero queda por ver si puede obtener una mayoría parlamentaria. De lo contrario, Macron tendría que imponer unilateralmente los impopulares cambios.
Los sindicatos esperan que unas 200 protestas en todo el país demuestren las consecuencias políticas del cambio, que Macron ha promovido como parte central de su visión para hacer que la economía francesa sea más competitiva.
Música a todo volumen y enormes globos sindicales dieron inicio a la manifestación de París, cerca de la tumba de Napoleón en la cúpula dorada de los Inválidos. Una serie de pancartas marcaron la pauta: “Dicen capitalismo. Decimos pelea”, decía uno. Otros decían “París enfurecida” o “Si no se defienden los derechos, se pisotean”.
Una huelga de trabajadores sanitarios en su décimo día ha dejado a París inundado de montones de basura rancia, que la policía ordenó retirar a lo largo de la ruta de la marcha después de que los alborotadores usaran basura para iniciar incendios o arrojaran basura a la policía en manifestaciones recientes.
Los manifestantes, acompañados por una fuerte fuerza de seguridad, avanzaron por la margen Izquierda a lo largo de calles libres de obstáculos. Un grupo de alborotadores vestidos de negro se formó y atacó un pequeño negocio, dijo la policía, y agregó que nueve personas habían sido detenidas tres horas después del inicio de la marcha.
Las fuerzas de seguridad respondieron a la violencia con cargas y gases lacrimógenos en varias otras ciudades, incluidas Rennes y Nantes en el este de Francia y Lyon en el sureste, según medios franceses.
Los conductores de trenes, maestros de escuela, trabajadores portuarios, trabajadores de refinerías de petróleo y otros se unieron a los recolectores de basura para abandonar sus trabajos el miércoles, maniobrando entre miles de toneladas de basura acumuladas en las aceras de París y otras ciudades francesas.
El ministro del Interior, Gerald Darmanin, pidió al Ayuntamiento de París que obligue a algunos de los trabajadores de la basura a regresar al trabajo, calificándolo de un problema de salud pública.
La alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, dijo que apoya la huelga. El portavoz del gobierno, Véran, advirtió que si ella no cumple, el Ministerio del Interior está listo para actuar en su lugar.
Mientras tanto, el transporte público se ha visto interrumpido por las huelgas: alrededor del 40% de los trenes de alta velocidad y la mitad de los trenes regionales han sido cancelados. El Metro de París se ha desacelerado y la autoridad de aviación de Francia advirtió sobre retrasos, diciendo que el 20% de los vuelos en el aeropuerto de París-Orly han sido cancelados.