Más de 11 mil guionistas de cine y televisión de Hollywood iniciaron su primera huelga en 15 años el martes, después del fracaso de las conversaciones con los estudios y las plataformas de streaming sobre remuneraciones y condiciones laborales.
La paralización supondrá la interrupción inmediata de programas exitosos, como los late-night shows, y en retrasos de series de televisión y películas cuyo estreno está previsto este año.
“No hemos llegado a un acuerdo con los estudios y las plataformas”, dijo el sindicato de guionistas de Estados Unidos (WGA) en un correo electrónico enviado a sus miembros.
Las respuestas a las solicitudes fueron “totalmente insuficientes, dada la crisis existencial que enfrentan los guionistas”, dijo el WGA, y agregó que la huelga había comenzado.
La medida se tomó después de que la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP), que representa entre otros a Disney y Netflix, dijera que las negociaciones habían “finalizado sin un acuerdo”.
Los conductores de programas de entrevistas nocturnos Stephen Colbert y Jimmy Fallon respaldaron a los guionistas.
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Colbert consideró sus demandas “razonables”, en tanto Fallon manifestó el apoyo a su equipo. “No podría hacer el programa sin ellos”, dijo a Variety.
Los miembros del WGA instaron a la solidaridad entre los miembros. “¡Suelten sus bolígrafos!”, tuiteó Caroline Renard, guionista de varias series y programas de televisión.
Se espera que los piquetes comiencen en Los Ángeles a las 13H00 (20H00 GMT), con manifestaciones similares en Nueva York, según el Hollywood Reporter.
“No van a romper esta unión”, escribió en Twitter David Slack, guionista de “La ley y el orden” y otros programas, en un tuit retomado por el WGA, cuyo logotipo pasó a ser “Sindicato de guionistas en huelga”.
La última vez que los guionistas de Hollywood pararon, en 2007-2008, la huelga duró 100 días y le costó al sector unos 2.000 millones de dólares.
Esta vez, los guionistas exigen salarios más altos y una mayor participación en las ganancias generadas por el streaming -la emisión de contenido a demanda a través de internet-, en tanto los estudios sostienen que tienen que reducir costos debido a las presiones económicas.
Los guionistas dicen que sus remuneraciones están estancadas o devaluadas por la inflación, mientras sus empleadores lucran y aumentan los salarios de sus ejecutivos.
Además, sostienen que nunca hubo tantos guionistas trabajando por el salario mínimo fijado por los sindicatos y denuncian que las cadenas de televisión contratan a menos gente para escribir series cada vez más cortas.
Cuando las conversaciones colapsaron el lunes, el WGA acusó a los estudios de buscar crear una economía de contratos ocasionales, en la que ser guionista se convertiría en una “profesión totalmente independiente”.
La AMPTP señaló que la demanda del WGA de que los estudios contraten a un número determinado de guionistas “por un período de tiempo específico, sea necesario o no” es uno de los principales puntos de desacuerdo.
Otra controversia es cómo se les paga a los guionistas por el contenido difundido por streaming, que en plataformas como Netflix suele permanecer visible por años.
Desde hace décadas, los guionistas cobran “derechos residuales” por la reutilización de sus obras, un porcentaje de los ingresos de los estudios por la película o el programa, o una tarifa fija cada vez que se reproduce un episodio.
Pero con el streaming, los guionistas obtienen un pago anual fijo, incluso si cientos de millones de espectadores ven los productos.
El WGA pide revalorizar esas cantidades hoy “demasiado bajas en vista de la reutilización internacional masiva” de los programas. También quiere discutir el impacto futuro de la inteligencia artificial en la profesión de guionista.
La AMPTP señala que los “derechos residuales” pagados a los guionistas alcanzaron un nivel récord de 494 millones de dólares en 2021, frente a los 333 millones de dólares diez años antes.
Después del derroche de los últimos años, cuando las plataformas rivales trataban de incrementar sus suscriptores a toda costa, los estudios están ahora bajo una intensa presión de los inversores para reducir gastos y generar ganancias.