La reunión de los líderes del G7 tuvo como invitado y quizás principal protagonista al presidente de Ucrania Volodimir Zelenski quien aterrizó en un avión del gobierno francés procedente de Riad, Arabia Saudita.
Una de las principales decisiones aplaudidas en Hiroshima fue adelantada desde el viernes por Washington cuando confirmó que permitiría que otros países puedan suministrar a Kiev aviones de combate F-16, de fabricación estadounidense. Una decisión “histórica”, celebró Zelenski.
El segundo tema de relevancia que los líderes de Japón, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania abordaron durante la cumbre fue sobre China. Al aliado cercano de Moscú que nunca condenó la invasión, le pidieron “presionar a Rusia para que cese su agresión” contra Ucrania y “retire inmediatamente, totalmente y sin condiciones sus tropas”.
Sobre la relación diplomática entre Estados Unidos y Beijing, durante una rueda de prensa ayer, al término de la cumbre del G7, se preguntó a Biden por qué no estaba en funcionamiento una línea de comunicación directa prevista entre Estados Unidos y China.
“Tiene razón, deberíamos tener una línea directa abierta. En la conferencia de Bali, es lo que habíamos acordado el presidente Xi y yo que íbamos hacer y a reunirnos”, respondió.
Este domingo Zelenski y Biden se reunieron. El estadounidense prometió a Kiev nuevos envíos de armas, municiones y vehículos blindados por valor de unos 375 millones de dólares, días después de permitir a sus aliados el suministro de aviones de combate F-16 a Ucrania.
Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia descalificó el día de ayer la cumbre del G7 como un evento “politizado” en la que, dijo, se habían vertido declaraciones antirrusas y antichinas, y acusó al foro de socavar la estabilidad mundial.