Los enfrentamientos en Sudán comenzados el pasado 15 de abril no cesan. Desde entonces, la violencia sólo ha ido en escalada y los conflictos se han extendido, afectando cada vez más a los inocentes.
En ese sentido, la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras denunció un “inaceptable hostigamiento a su personal” así como el “violento saqueo y la ocupación de sus instalaciones médicas” allí.
El equipo de trabajo, que actualmente lleva a cabo proyectos y tareas en nueve estados del país, se ha visto sometido a reiterados traumas por la irrupción de grupos armados en sus instalaciones, que incluyen saqueos y robos de medicinas, suministros y vehículos, inclusive a pesar de las múltiples treguas alcanzadas en diversas oportunidades.
Entre los ataques sufridos a sus instalaciones destaca el saqueo a un almacén en Jartum, en el cual los asaltantes ingresaron, robaron medicamentos y desconectaron las heladeras, arruinando la cadena de frío de todas las medicinas restantes, en un contexto social y sanitario crítico, en el que la gente necesita asistencia urgente.
Sumado a éste, se reportaron saqueos en los centros en Zalingei -Darfur Central-, Nyala -al sur de la capital- y en El Geneina, que incluyeron, también, el robo de vehículos, suministros médicos varios y combustible que había sido donado para alimentar generadores y ambulancias.
Por otro lado, la organización denunció problemas administrativos y logísticos como la demora de permisos y documentación que permita a más trabajadores brindar asistencia en el país.
En este contexto, Médicos Sin Fronteras pidió el respeto de las partes enfrentadas hacia los profesionales y las víctimas del conflicto, que día a día quedan rehenes de la violencia.
Esta situación, igualmente, no es nueva en el país ni se limita únicamente a esta organización. Por el contrario, se trata de una tendencia más amplia que da cuenta del desprecio a las vidas de los civiles, las infraestructuras y las instalaciones sanitarias, que lleva ya semanas.
La Organización Mundial de la Salud había informado, hasta el 22 de mayo, de al menos 38 ataques contra servicios médicos en el contexto del último estallido, a pesar de que éstos estén protegidos por el derecho internacional humanitario.
Los episodios documentados implicaron, además de saqueos, tiroteos, violencia sexual, apuñalamientos, explosiones in situ, además de ataques aéreos y violencia en las proximidades de los centros que hace que las personas teman acercarse a atenderse.
Sudán vive, por otro lado, una crisis de escasez de alimentos y agua potable, que obliga a la gente a tener que desplazarse para cubrir sus necesidades básicas, quedando más expuestos a estas situaciones. Es por ello que la ayuda humanitaria resulta crucial para reducir el impacto sobre la sociedad.