El papa Francisco defendió la decisión de mantener las discusiones de una gran reunión del Vaticano sobre el futuro de la Iglesia Católica a puerta cerrada, diciendo el lunes que la conferencia de tres semanas fue un momento religioso para la iglesia y “no un programa de televisión” abierto al escrutinio.
A Francisco le preguntaron repetidamente sobre la reunión y el sello de obispos, que se abre después de un escrutinio sin precedentes de dos años de católicos de base en todo el mundo sobre sus esperanzas para la iglesia.
Muchos observadores del Vaticano consideran que el sínodo es un momento decisivo del pontificado de Francisco, ya que la agenda oficial incluye temas candentes como el papel de la mujer en los roles de toma de decisiones en la iglesia, la aceptación de LGBTQ + católicos y celibato para sacerdotes.
Si bien el sínodo no es un órgano de toma de decisiones, muchos católicos que participaron en las consultas previas a la reunión están ansiosos por ver cómo los obispos y laicos que fueron elegidos para representarlos consideran o no sus contribuciones.
Como novedad, Francisco ha permitido que los laicos, incluidas las mujeres, voten junto con los obispos sobre propuestas específicas que se presentarán para la consideración del Papa.
Se le cuestionó si se le permitiria aperiodistas acceso a la reunión, pero el papa dijo que necesitaba garantizar el “clima sinodal” manteniendo la reunión cerrada a los medios y al público.
Hizo hincapié de que nos se trata de un programa de televisión, es un momento religioso, en el que se habla libremente, seguido de periodos de oración.
El sínodo ha generado tanto interés como críticas, con la oposición proveniente en particular de los conservadores que advierten que abrir cuestiones de moralidad sexual podría conducir a un cisma. En un prólogo a un libro reciente, el cardenal estadounidense Raymond Burke advirtió que el sínodo era como abrir una “caja de Pandora”.