El histórico hotel Roosevelt de Manhattan se convirtió en la nueva Ellis Island, el islote de la bahía, frente a New Jersey, donde funcionó la aduana desde 1892 hasta 1954 y procesaron a 12 millones de inmigrantes que escapaban de las guerras en Europa.
En el último año llegaron a Nueva York 110.000 inmigrantes y el gobierno alquiló el antiguo hotel de la 45 y Madison, con sus casi mil habitaciones, para contenerlos y tratar de conseguirles vivienda y trabajo en algún otro lugar de Estados Unidos.
En los mismos salones corren chicos de Angola, Siria y Venezuela y los adultos forman una larga fila para ser revisados por un médico y obtener su certificado de buena salud. Muchos de ellos estuvieron tirados en la calle, frente a la Central Station, por semanas.
La presión del alcalde de Nueva York, Eric Adams, y varios legisladores demócratas sobre el presidente Joe Biden para que mejore la situación de esta crisis de migración que se les viene encima y amenaza las posibilidades de reelección de todos, hizo que esta semana la Casa Blanca anunciara que 470.000 inmigrantes venezolanos tienen a partir de ahora permiso de trabajo, una vía directa para obtener la residencia.
La Patrulla Fronteriza detuvo a 140.000 inmigrantes que cruzaron la frontera entre Estados Unidos y México sin autorización durante los primeros 20 días de septiembre, una media de unos 6.900 cada día.
Los agentes están en vías de romper el récord de 210.000 arrestos de migrantes este mes, lo que sería el nivel más alto desde diciembre y mayo de 2022 cuando se produjo la última crisis con 220.000 aprehensiones.
Y esta semana se espera una ola de migrantes provenientes del sur. Largas caravanas vienen caminando y se aproximan a los puestos fronterizos en México.
Las empresas de trenes de carga que circulan por México en dirección a la frontera estadounidense suspendieron esta semana la mayoría de sus servicios “para evitar más muertes”.
Esta crisis de migración le estalló a la Administración Biden cuando en mayo suspendió el denominado Título 42, impuesto durante la pandemia, que permitía a la patrulla fronteriza rechazar a cualquier inmigrante por razones de salud.
Se implementó un sistema conocido como CBP One que permite a los posibles solicitantes de asilo en México obtener una cita para entrar en el país a través de una aplicación telefónica, al principio funciono bien pero pronto se invirtió la tendencia y no se ha detenido.
La crisis está afectando el funcionamiento de las aduanas de los pasos fronterizos y retrasando el paso de mercaderías. En las ciudades fronterizas texanas de El Paso y Eagle Pass, se suspendió el procesamiento de camiones y vehículos comerciales para que los empleados ayuden a procesar a los migrantes.