Zimbabwe ha registrado 100 muertes sospechosas de cólera y más de 5.000 casos posibles desde finales del mes pasado, lo que llevó al gobierno a imponer restricciones para detener la propagación de la enfermedad, incluida la limitación del número de funerales y la suspensión de algunas reuniones sociales en las zonas afectadas.
El Ministerio de Salud anunció el número de muertos el miércoles por la noche y dijo que 30 de las muertes habían sido confirmadas por cólera mediante pruebas de laboratorio. Dijo que se habían registrado 905 casos confirmados, así como otros 4.609 casos sospechosos.
Las grandes reuniones para los funerales, que son comunes en el país del sur de África cuando la gente acude en masa para llorar a los muertos, han sido suspendidas en algunas de las zonas más afectadas en partes de las provincias de Manicaland y Masvingo. No se permite la asistencia a los funerales a más de 50 personas, mientras que las personas deben evitar darse la mano y no se les permite servir comida en los funerales, dijo el gobierno.
El gobierno también ha dicho que la gente debería dejar de asistir a los mercados abiertos, a algunas reuniones sociales y a campamentos religiosos al aire libre, donde normalmente no hay infraestructura sanitaria.
Zimbabwe ha impuesto a menudo restricciones durante sus repetidos brotes de cólera.
Buhera, un distrito empobrecido del sureste, es el epicentro del brote actual, dijo el Ministerio de Salud, añadiendo que los casos se han extendido ahora a 41 distritos en varias partes del país, incluida la capital, Harare.
En el sur de África, Zimbabwe, Malawi, Sudáfrica y Mozambique han sufrido brotes recientes de cólera. Más de 1.000 personas murieron en el peor brote de Malawi en décadas a finales del año pasado y principios de este año.
La Organización Mundial de la Salud ha advertido del riesgo de cólera debido a los problemas de acceso al agua potable, pero también a veces por fenómenos climáticos como las tormentas tropicales, que pueden provocar brotes mayores y más mortales, como fue el caso de Malawi.
En Zimbabwe, la infraestructura sanitaria deficiente o inexistente y la escasez de agua potable han provocado brotes periódicos. En algunas zonas, la gente pasa meses sin agua del grifo, lo que les obliga a depender de pozos poco profundos, perforaciones o ríos inseguros. Las aguas residuales sin tratar que fluyen de tuberías rotas y montones de basura no recogida aumentan el riesgo.