Las elecciones extraordinarias de Ecuador de este 2023 pasarán a la historia como las de los chalecos antibalas, una prenda que se ha vuelto indispensable en las actividades públicas de los candidatos, entre otras inéditas imágenes de escoltas y guardaespaldas, convertidas ya en rutinarias a raíz del asesinato de Fernando Villavicencio.
El uso del chaleco antibalas en la campaña se hizo evidente después del asesinato el pasado 9 de agosto del entonces candidato presidencial y exasambleísta Fernando Villavicencio, cuando salía de un mitin político en Quito a once días de la celebración de la primera vuelta electoral.
Y las fuertes medidas de seguridad han continuado en la campaña de la segunda vuelta, que se define este domingo entre la correísta Luisa González (Revolución Ciudadana) y el joven empresario Daniel Noboa (Acción Democrática Nacional).
A raíz del asesinato de Villavicencio, Noboa también comenzó a usar chaleco antibalas ya en la primera vuelta, mientras que González se lo puso ya entrada la campaña de la segunda vuelta, después de que saltase la denuncia de un presunto plan para atentar también contra ella.
Tanto Noboa como González cuentan además con un numeroso equipo de escoltas, integrado por policías y militares fuertemente armados que los acompañan en todas sus actividades y que apenas se separan de ellos cuando participan en eventos públicos.
Solo los candidatos a la Vicepresidencia Andrés Arauz (Revolución Ciudadana) y Verónica Abad (ADN) tienen asignados cada uno más de una veintena de agentes, según reveló la Policía la pasada semana.
Ecuador ha pasado en cinco años de 5,8 a 25,32 homicidios intencionales por cada 100.000 habitantes en 2022, la cifra más alta desde que se tiene registro, y los expertos vaticinan que incluso podría alcanzar los 40 a finales de año.