Los vecinos de la zona oeste de Río de Janeiro vivieron esta semana momentos de terror en el mayor ataque al transporte público de la historia de la ciudad carioca: los milicianos quemaron 35 autobuses y un tren, en una demostración de poder que ha dejado una pérdida de unos 38 millones de reales (7 millones de dólares).
Estas violentas acciones, perfectamente coordinadas, fueron una venganza por la muerte en un enfrentamiento con la Policía de Matheus da Silva Rezende, alias ‘Faustao’, número dos de La Liga de la Justicia, la mayor milicia de este estado, y sobrino de Antonio da Silva Braga, conocido como ‘Zinho’, y dirigente de la facción.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, comparó este miércoles la situación en esta ciudad con la Franja de Gaza, un territorio que lleva casi tres semanas siendo bombardeado por Israel, tras los ataques de Hamás el pasado 7 de octubre.
Lula, sin embargo, ha descartado una intervención policial. “No queremos pirotecnia. No queremos realizar una intervención en Río de Janeiro como ya se hizo [en el pasado] y que no resultó en nada”, aseguró.
Rio das Pedras fue el primer grupo paramilitar que se fundó en Río de Janeiro en la década de los 80.
Poco a poco, estos grupos se fueron especializando en el comercio ilegal de bienes, como terrenos públicos o edificios construidos sin permiso, además de alimentos básicos o combustible adulterado.
Asimismo, comenzaron a extorsionar a los vecinos obligándoles a pagar por protección y acceso a servicios básicos como gas, agua, internet o televisión por cable al más puro estilo de la mafia.
Las milicias no solo imponen sus reglas, también sus candidatos en las elecciones. Deciden quién puede y quién no hacer campaña y conquistan mandatos parlamentarios.
Cuanto más territorio conquistado, mayores ingresos, lo que les lleva a librar entre ellas una encarnizada lucha. Un estudio del Instituto Fogo Cruzado indica que las milicias expandieron su dominio casi un 400 % en los últimos 16 años.
Esto significa, según apuntan expertos de la ONG, que un tercio de la ciudad de Río de Janeiro es controlada por milicias. Y lo más llamativo es que han pasado a dominar áreas donde no había ningún grupo armado.
En la actualidad, Rio das Pedras y la Liga de la Justicia se han convertido en aliadas y luchan contra facciones rivales como Gardenia Azul, que también actúa en la zona oeste de la ciudad y que está unida al Comando Vermelho, el segundo cartel de drogas de Brasil y el más poderoso de Río de Janeiro.
Una de las reyertas entre milicias terminó a principio de mes en el asesinato por error de tres médicos que se encontraban en un chiringuito cercano a la playa. Uno de los doctores fue confundido con un miliciano de Rio das Pedras.
También el potente arsenal, capaz de derribar aviones y perforar tanques, que fue robado recientemente en un cuartel militar, estaba destinado para que el Comando Vermelho libre su guerra por el territorio.
La Policía dice que ya no distingue entre milicianos y traficantes, “narcomilicianos”, porque la forma de actuar es similar.