La OTAN suspenderá la aplicación del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) tras la salida definitiva de Rusia del mismo, una decisión anunciada, que la Alianza ha condenado.
“Aun reconociendo el papel del Tratado FACE como piedra angular de la arquitectura de seguridad euroatlántica, sería insostenible una situación en la que los Estados participantes acataran el Tratado y Rusia no lo hiciera”.
Así lo ha asegurado hoy el Consejo del Atlántico Norte, el máximo órgano de toma de decisiones de la OTAN, en un comunicado en el que precisa que los aliados tienen la intención de suspender la aplicación del tratado FACE durante el tiempo que sea necesario, de conformidad con los derechos que les confiere el Derecho internacional.
El Consejo ha condenado tanto la decisión de Rusia de retirarse del tratado como su guerra de agresión contra Ucrania, contraria – a su juicio- a los objetivos del FACE.
Según dijeron, Moscú sigue demostrando su desprecio por el control de armamento, incluidos los principios clave de reciprocidad, transparencia, cumplimiento, verificación y consentimiento del país anfitrión, y socava el orden internacional basado en normas.
Los aliados, a los que se unió Suecia como país invitado a ser parte de la OTAN, reiteraron su compromiso permanente de reducir los riesgos militares y prevenir las percepciones erróneas y los conflictos.
Rusia concluyó hoy el procedimiento de abandono del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), cuya denuncia firmó el el pasado 29 de mayo, el presidente ruso, Vladímir Putin.
Además del FACE, Moscú indicó que han perdido su vigor otros dos documentos: el Acuerdo de Budapest de 1990, que fijaba los topes de armamento para cada uno de los países del Pacto de Varsovia, y el Acuerdo de 1996 que limitaba la cantidad de fuerzas en los flancos tras la desaparición de la Unión Soviética.
El FACE nació con el objetivo de prevenir que cualquiera de las alianzas presentes en Europa durante la Guerra Fría -la OTAN y el Pacto de Varsovia- acumulase fuerzas para lanzar una ofensiva rápida.
El tratado estableció límites iguales en la cantidad de tanques, vehículos blindados de combate, artillería pesada, aviones de combate y helicópteros de ataque que la OTAN y el Pacto de Varsovia podrían desplegar entre el océano Atlántico y los Urales.