La temporada vacacional decembrina está a punto de iniciar y miles de familias que se dedican al turismo y los servicios viven en la incertidumbre, ante la devastación que dejó el huracán Otis en la zona de la playa Alfredo V. Bonfil.
Han pasado 40 días desde que el meteoro impactó las costas de Guerrero, los restaurantes enfrentan ahora los efectos del fenómeno de mar de fondo, que se caracteriza por oleaje elevado durante varios días.
El constante embate de las olas ha provocado graves destrozos en por lo menos 40 restaurantes, ya de por sí dañados por Otis, por lo que sus dueños afirman que esto les ha dado el golpe final a sus negocios y actividades económicas principales.
El mar se ha tragado 200 metros de franja de arena, en ese tramo se tenían instaladas algunas cabañas, hamacas, camastros donde los visitantes solían descansar y tomar el sol; así como albercas o espacios para mirar los atardeceres, todo eso hoy es sustituido por troncos, piedras y costales con grava para salvar los cimientos de los negocios.
Establecimientos con 60 años de funcionamiento tienen daños severos, cada quien está tratando de defender su patrimonio como puede. “Nunca en la vida el mar lo habíamos tenido tan cerca, como nos lo ha dejado el huracán, tenemos miedo de que nunca regrese a su nivel”, señalan prestadores de servicios de la zona.
Lo que requieren los negocios es comenzar a funcionar lo más pronto posible, a fin de reactivar la economía local, la temporada de fin de año es la más importante para el puerto, por lo que este tipo de afectaciones es un duro golpe para los micro, pequeños y medianos empresarios.
Sin embargo, los damnificados confían en que el turismo regrese pronto, mientras que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha prometido levantar del desastre a Acapulco antes de Navidad.