La agencia de migración de las Naciones Unidas está lanzando su primer llamamiento global, buscando 7.900 millones de dólares para ayudar a las personas en movimiento y garantizar vías de migración más fluidas, en un momento en que las consecuencias del cambio climático, los conflictos y las dificultades y oportunidades económicas han causado millones a abandonar sus hogares.
El llamamiento anual de la Organización Internacional para las Migraciones pone a la agencia con sede en Ginebra más a la caza de fondos de ayuda, junto con otras agencias de la ONU y grupos humanitarios, en un momento en que muchos de los principales gobiernos donantes enfrentan presupuestos ajustados o están reduciendo los desembolsos de ayuda.
El jefe de ayuda humanitaria de la ONU, Martin Griffiths, denunció el mes pasado una grave y siniestra crisis de financiación y dijo que el llamamiento total de 57.000 millones de dólares de su Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU el año pasado únicamente había sido financiado en torno a un tercio, lo que la convierte en la el peor déficit de financiación en años. Su agencia busca 46 mil millones de dólares este año.
La OIM dice que espera que la financiación para su llamamiento provenga de donantes individuales y del sector privado, además de los gobiernos.
Es parte de un plan estratégico de cinco años bajo la dirección de la nueva directora general de la OIM, Amy Pope, y beneficiaría a 140 millones de personas, tanto migrantes como las comunidades que los acogen.
La agencia juega con la promesa de la migración: informa que unos 281 millones de migrantes internacionales, desde trabajadores manuales hasta trabajadores administrativos, generan casi el 10% de la producción económica mundial.
A veces, los migrantes desesperados emprenden viajes peligrosos para alcanzar una mayor libertad, escapar de la pobreza o buscar trabajo. El proyecto “Migrantes Desaparecidos” de la OIM estima que al menos 60.000 personas han muerto o desaparecido en viajes peligrosos en los últimos nueve años, como cruces desde el norte de África –especialmente Libia– a través del Mediterráneo hacia Europa.