l pasado fue un año fúnebre para el Ejército Mexicano y la Fuerza Aérea del país. En la llamada Campaña Permanente Contra el Narcotráfico y la Ley Federal de Armas de Fuego y Control de Explosivos, 71 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) perdieron la vida.
Datos oficiales revelan que de 2019 —cuando inició el gobierno actual— al recién concluido 2023, casi se triplicó la cifra de militares fallecidos en estos operativos.
Desde 2012, cuando el expresidente Felipe Calderón terminó su mandato, no se había presentado un año tan letal para las fuerzas armadas.
A partir del inicio formal de la llamada guerra contra el narcotráfico, en diciembre de 2006, a la fecha, suman ya más de 700 militares fallecidos.
Cabos, soldados, tenientes y demás elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional murieron ejecutados, agredidos por armas de fuego, embestidos en accidentes automovilísticos, golpeados por una piedra, atropellados, atacados mientras conducían aeronaves y algunos más perdieron la vida al toparse con minas escondidas en el terreno.
Apenas este 1 de marzo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, confirmó en su conferencia mañanera que un día antes cuatro militares murieron y nueve más resultaron heridos en un ataque con explosivos en una zona rural del municipio de Aguililla.
El grupo de militares se encontró con el explosivo casero cuando regresaba el 29 de febrero de realizar un recorrido por el poblado, en la región de Tierra Caliente de Michoacán, a donde acudieron tras recibir un reporte sobre la existencia de un campamento en esa zona.
El crimen organizado ha comenzado desde años atrás a utilizar minas caseras y drones modificados, además de sofisticadas armas y carros blindados caseros, para atacar a las fuerzas de seguridad.
Antes, el 19 de noviembre de 2023, tres militares murieron al enfrentarse con presuntos integrantes del Cartel Jalisco Nueva Generación, en la zona Teocaltiche, al norte de Jalisco. Dicho grupo criminal disputa al Cártel de Sinaloa esa zona, utilizada para el tráfico de drogas.
La elevada letalidad no solo fue por ataques directos del narco. Algunos militares más fallecieron al ser víctimas de las condiciones naturales o del terreno en donde se llevaron a cabo los operativos.
Datos de la Sedena indican que elementos de esta institución fallecieron debido a golpes de calor, deshidratación, ahogamiento, por caídas, descargas eléctricas, intoxicación o arrastrados por las corrientes de los ríos.
Tamaulipas es el estado que más vidas ha cobrado al Ejército, después están Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Durango y Chihuahua.
En estas entidades, de acuerdo con la consultora Latia Intelligence, tienen presencia algunas de las principales organizaciones criminales transnacionales que operan en nuestro país, como el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel del Golfo; la Organización criminal de Los Beltrán Leyva; Los Caballeros Templarios-La Familia Michoacana; así como subgrupos de varias de estas.
Las operaciones de la Sedena contra estos cárteles y sus actividades delictivas dieron como resultado, entre el 1 de septiembre de 2022 y el 31 de julio de 2023, el decomiso de casi 50 mil kilogramos de marihuana; alrededor de 25 mil kilogramos de metanfetamina; casi 12 millones de pastillas de fentanilo; además de opio, cocaína y heroína. Esto, aunado al desmantelamiento de 700 laboratorios clandestinos.
Los esfuerzos militares para contrarrestar el crimen organizado han sido aplaudidos por el actual presidente de la República, quien durante la conmemoración del 111 aniversario de la creación de las Fuerzas Armadas mexicanas agradeció al Ejército el apoyo fundamental a su proyecto político.
“En esta transformación pacífica, en esta revolución de las conciencias, ha sido fundamental el apoyo de las Fuerzas Armadas”, señaló el mandatario mexicano en esa ceremonia.