El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que los hombres armados que mataron a 139 personas en una sala de conciertos en los suburbios de Moscú son islamistas radicales, pero reiteró su acusación de que Ucrania podría haber desempeñado un papel a pesar de las enérgicas negativas de Kiev. Dos días después de que la filial afgana del Estado Islámico se atribuyera la responsabilidad del ataque del viernes por la noche en el local de música, Putin reconoció durante una reunión con funcionarios del gobierno que los asesinatos fueron llevados a cabo por extremistas cuya ideología el mundo islámico ha estado luchando durante siglos.
Putin, que declaró el fin de semana que los cuatro atacantes fueron arrestados cuando intentaban escapar a Ucrania, dijo que los investigadores no han determinado quién ordenó el ataque, pero que era necesario averiguar por qué los terroristas, después de cometer su crimen, intentaron huir a Ucrania y quién los estaba esperando allí.
La filial del EI afirmó haber llevado a cabo el ataque y la inteligencia estadounidense dijo que tenía información que confirmaba que el grupo era el responsable. El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que Francia tiene inteligencia que señala a una entidad del EI como responsable del ataque.
A pesar de todos los indicios que apuntan al EI, Putin siguió sugiriendo la participación de Ucrania, afirmación que Ucrania ha rechazado rotundamente, acusando a Putin de intentar generar fervor en sus esfuerzos bélicos.
Sin embargo Putin continúa mencionando que los Estados Unidos tratan de convencer a los países de que no existe rastro de Kiev en el ataque terrorista ocurrido en Moscú, cometido por seguidores del Islam, pero que aún deja muchas preguntas en el aire.
Putin advirtió que podrían seguir más ataques, alegando una posible participación occidental. No mencionó la advertencia sobre un posible ataque terrorista inminente que Estados Unidos compartió confidencialmente con Moscú dos semanas antes del ataque. Tres días antes del ataque, Putin denunció el aviso de la Embajada de Estados Unidos del 7 de marzo instando a los estadounidenses a evitar las multitudes en Moscú, incluidos los conciertos, calificándolo de un intento de asustar a los rusos y chantajear al Kremlin antes de las elecciones presidenciales.
Los cuatro presuntos atacantes, todos ciudadanos de Tayikistán, fueron detenidos el domingo por la noche por un tribunal de Moscú con la responsabilidad de llevar a cabo el ataque y se les ordenó permanecer bajo custodia en espera del resultado de la investigación oficial. Los medios rusos informaron que los cuatro fueron torturados durante el interrogatorio y que durante su comparecencia ante el tribunal mostraron signos de haber sido brutalmente golpeados. Los funcionarios rusos dijeron que los cuatro se declararon culpables de los cargos, que conllevan cadena perpetua, pero su condición generó dudas sobre si sus declaraciones podrían haber sido coaccionadas.
Los funcionarios y legisladores rusos han pedido que cualquier implicado en el ataque sea severamente castigado. Algunos han pedido el restablecimiento de la pena capital, que está prohibida desde 1997. Los defensores rusos de los derechos humanos condenaron la violencia contra los hombres.