La Eurocopa arranca en un mes y ya tiene uno de los desafíos más importantes de este año deportivo: la seguridad en medio de las amenazas de atentados.
Se van a recibir aproximadamente a 1.7 millones de aficionados.
En Estados Unidos también se realizará la Copa América, prácticamente en las mismas fechas, y también bajo estrictas medidas de seguridad para evitar cualquier atentado.
El conflicto en Oriente Medio y el atentado reivindicado por el Estado Islámico (EI) a finales de marzo en Moscú (con 144 muertos), colocan la amenaza islamista como un punto y aparte en los esquemas de seguridad que se colocarán en las 10 ciudades donde se albergará el evento futbolístico.
Durante la Euro de 2016 se descubrió una célula terrorista que planeaba un atentado. “Hacemos todos los esfuerzos posibles para detectar a tiempo los planes terroristas islamistas y prevenirlos”, indicó a finales de marzo la ministra alemana del Interior, Nancy Faeser, en una entrevista con el diario Handelsblatt.
Faeser dijo que durante la duración del torneo se impondrán “temporalmente” los controles en todas sus fronteras.
Por si fuera poco, los asistentes a la Eurocopa tendrán que lidiar con una red ferroviaria a la que el tiempo le pasó factura.
Actualmente los trenes sufren de retrasos constantes, además, de mostrar desperfectos en su interior, con vagones cerrados, baños, clausurados y asientos en mal estado.
La operadora pondrá a disposición 10 mil plazas adicionales los días de partido, con precios reducidos.
Se espera que las huelgas no empañen el momento, pues aparentemente superaron los principales problemas que los llevaron a protestar hace unos meses.