El presidente Emmanuel Macron se reunió con funcionarios locales en Nueva Caledonia, afectada por disturbios, después de haber cruzado el mundo en avión en una muestra de alto perfil de apoyo al archipiélago francés del Pacífico asolado por disturbios mortales y donde los pueblos indígenas han buscado durante mucho tiempo la independencia de Francia.
Macron, que habló brevemente con los periodistas después de su llegada al aeropuerto internacional de La Tontouta, a unos 50 kilómetros de Noumea, la capital de Nueva Caledonia, dijo que consideraba que el regreso a la calma era la máxima prioridad.
Macron añadió que discutiría los recursos necesarios para reparar los daños causados por días de tiroteos, incendios provocados y otros actos de violencia que han dejado al menos seis muertos y una destrucción estimada en cientos de millones de euros.
“Discutiremos cuestiones de reconstrucción económica, apoyo y respuesta rápida, y las cuestiones políticas más delicadas, mientras hablamos sobre el futuro de Nueva Caledonia”, dijo. “Al final del día, se tomarán decisiones y se harán anuncios”.
Al abrir una reunión con líderes locales, Macron guardó un momento de silencio por las personas que perdieron la vida en los disturbios antes de abordar los pasos que su gobierno planea tomar.
Dijo que se han desplegado 3.000 agentes de seguridad en Nueva Caledonia. Se quedarán tanto tiempo como se considere necesario, dijo, incluso si eso significa permanecer allí durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de verano que París y otras partes de Francia albergarán a partir de finales de julio.
Si bien dijo que no creía que el actual estado de emergencia debiera extenderse, dijo que solamente se levantaría si todos los líderes políticos pidieran que se levantaran las barricadas y los controles de carreteras.
Añadió que esperaba que un diálogo abierto disminuyera las tensiones y proporcionara un camino a seguir que respetara los resultados de referendos de independencia anteriores que estaban a favor de seguir siendo parte de Francia.
La violencia estalló el 13 de mayo cuando la legislatura francesa en París debatía la modificación de la Constitución francesa para realizar cambios en las listas de votantes de Nueva Caledonia. La Asamblea Nacional aprobó un proyecto de ley que, entre otros cambios, permitirá a los residentes que hayan vivido en Nueva Caledonia durante al menos 10 años emitir su voto en las elecciones provinciales.