Alrededor del 60% de los desplazados son niños. Muchos están traumatizados, pero los servicios de salud mental son limitados y a menudo se pasa por alto a los niños durante el tratamiento.”La gente suele pensar que los niños no han visto nada, que no les ha pasado nada, que está bien”, afirmó Rudy Lukamba, coordinador de salud del Comité Internacional de la Cruz Roja en Burkina Faso.
Trabaja en un programa para ayudar a identificar y tratar a niños traumatizados. A menudo depende de las madres detectar signos en niños de tan solo 3 o 4 años. Las posibilidades de un resultado exitoso después del tratamiento son mayores cuando los niños tienen una figura paterna en sus vidas, dijo.
Los asesinatos masivos de aldeanos se han vuelto comunes en el norte de Burkina Faso a medida que combatientes vinculados al grupo Estado Islámico y Al Qaeda atacan al ejército y a las fuerzas voluntarias.
Esas fuerzas pueden volverse contra aldeas acusadas de cooperar con el enemigo. Más de 20.000 personas han muerto desde que comenzaron los combates hace una década, según Armed Conflict Location and Event Data Project, un grupo sin fines de lucro con sede en Estados Unidos.
Los servicios de salud mental en Burkina Faso suelen reservarse únicamente para los casos más graves. Una encuesta de la ONU publicada en 2023 mostró 103 profesionales de la salud mental en el país de más de 20 millones de habitantes, incluidos 11 psiquiatras.
Los servicios comunitarios de salud mental prestados por trabajadores sociales se están ampliando y ahora suman cientos y cuentan con el apoyo de un pequeño equipo de psicólogos de la ONU. Además, los profesionales de la medicina tradicional en Burkina Faso dicen que las familias recurren cada vez más a ellos en busca de ayuda para niños traumatizados.
La ONU dijo que encuestas realizadas por ella y sus socios muestran que 10 de cada 11 personas afectadas por el conflicto muestran signos de trauma.
Los practicantes de la medicina tradicional también están ayudando a los niños traumatizados. Uno de ellos, Rasmane Rouamba, dijo que trata a unos cinco niños al mes, adaptando el enfoque en función del trauma sufrido.
Los niños de Burkina Faso también han perdido el acceso a la educación y a la atención sanitaria básica en las zonas afectadas por los combates.
El cierre de escuelas está privando a casi 850.000 niños del acceso a la educación, afirmó la agencia de la ONU para la infancia.
El cierre de cientos de centros de salud ha dejado a 3,6 millones de personas sin acceso a la atención, afirmó. El gobierno de Burkina Faso ha luchado por mejorar la seguridad.
El líder militar del país, el capitán Ibrahim Traoré, tomó el poder en 2022 en medio de frustraciones con el gobierno por los mortales ataques. Se espera que permanezca en el cargo otros cinco años, lo que retrasará las promesas de la junta de una transición democrática.