En la esquina de la Península Arábiga, Omán ha sido visto durante mucho tiempo como uno de los países más seguros de Medio Oriente, libre de la violencia militante que ha afectado a otros lugares.
Un ataque a una mezquita chiita en la capital esta semana en el que murieron cinco fieles sacudió esa imagen y subrayó la estrategia del grupo radical Estado Islámico de atacar en todas partes años después de su derrota en Irak y Siria.
La policía de Omán dijo que los tres hombres armados en el ataque, que murieron en un tiroteo posterior, eran ciudadanos omaníes, todos hermanos.
Fue una señal de que el Estado Islámico, que se atribuyó la responsabilidad del asalto a la mezquita, está trabajando para reclutar en el sultanato, cuyos ciudadanos rara vez se han unido a grupos yihadistas internacionales.
El ataque del lunes por la noche fue el último ejemplo en el que el Estado Islámico inflige un caos sorpresa en un país donde no tiene una presencia significativa.
El Estado Islámico ha dominado el arte de las tácticas de choque, dijo Fawaz Gerges, un experto en grupos yihadistas cuyo libro de 2016 “ISIS: A History” trazó el ascenso del grupo.
Estos ataques están diseñados para mostrar su resiliencia, que todavía existe después de que una coalición liderada por Estados Unidos destrozara su control en Irak y Siria, dijo Gerges.
Omán, Rusia e Irán están todos fuera de las áreas donde el Estado Islámico tiene sus principales ramas y donde sus combatientes continúan librando insurgencias de bajo nivel pero mortales: la región africana del Sahel, Afganistán, Yemen y su núcleo en Irak y Siria.
En Irak y Siria, los combatientes del Estado Islámico escondidos en las regiones fronterizas desérticas están tratando de reconstituirse con ataques intensificados, dijo el Comando Central de Estados Unidos.
El grupo Estado Islámico irrumpió en el escenario mundial hace 10 años cuando sus combatientes capturaron una gran franja de Irak y Siria y declararon un califato. En su apogeo, gobernó un área de la mitad del tamaño del Reino Unido e impuso una versión virulentamente radical de la ley islámica, infligiendo duros castigos a musulmanes considerados apóstatas, matando a miles de miembros de la minoría religiosa yazidí y esclavizando a miles de mujeres de la comunidad y niños.
Los chiítas han sido durante mucho tiempo un objetivo del Estado Islámico, que los considera herejes. Pero Omán, en el extremo sureste de la península arábiga, fue un objetivo sorprendente.
La paz y la estabilidad son una de las principales prioridades del gobierno de Omán, y los medios estatales del país, estrechamente controlados, apenas mencionaron el ataque del lunes por la noche y no han dado detalles sobre la investigación.