Científicos alemanes han identificado unos hongos comedores de plástico que podrían ofrecer un rayo de esperanza para atajar el problema de los millones de toneladas de residuos que contaminan los océanos del mundo cada año.
Sin embargo, advierten que su trabajo probablemente sea únicamente una pequeña parte de la solución a la contaminación por plásticos, y afirman que sigue siendo necesario reducir los envases de alimentos y otros residuos que llegan al medio ambiente, donde pueden tardar décadas en degradarse.
Un análisis realizado en el lago Stechlin, en el noreste de Alemania, sobre cómo se desarrollan los microhongos en algunos plásticos sin otra fuente de carbono de la que alimentarse ha demostrado claramente que algunos de ellos son capaces de degradar polímeros sintéticos, afirma el jefe del equipo.
“El hallazgo más sorprendente de nuestro trabajo es que nuestros hongos podían crecer exclusivamente en algunos de los polímeros sintéticos e incluso formar biomasa”, declaró Hans-Peter Grossart, jefe del grupo de investigación del Instituto Leibniz de Ecología de Agua Dulce y Pesca Continental.
Grossart cree que los destructores microbianos de plástico podrían utilizarse en plantas de tratamiento de aguas residuales u otras instalaciones con condiciones controladas. Sin embargo, es poco probable que los hongos sean una solución para frenar la avalancha mundial de residuos.
“El plástico está hecho de carbono fósil y si los hongos lo descomponen, no es diferente a que nosotros quememos petróleo o gas y liberemos CO₂ a la atmósfera”.
De las 18 cepas de hongos seleccionadas, cuatro demostraron ser especialmente hambrientas, lo que significa que podían utilizar eficazmente los plásticos, especialmente el poliuretano que se utiliza para fabricar espuma de construcción.
El polietileno, utilizado en bolsas y envases de plástico, se degradaba mucho más lentamente, y los microplásticos procedentes de la abrasión de los neumáticos eran los más difíciles, en gran parte debido a aditivos como los metales pesados.
Grossart cree que la capacidad de los hongos para utilizar el plástico es una adaptación a las enormes cantidades de carbono plástico que hay en el medio ambiente. Sin embargo, su actividad enzimática depende en gran medida de las condiciones externas, como la temperatura o los micronutrientes.