La ciudad de New York inició en la ciudad una cumbre nacional, todo con el objetivo de encontrar una solución integral al problema de las ratas, que ha afectado la calidad de vida en la ciudad.
Se reunieron investigadores, académicos y funcionarios de todo el país para analizar estrategias y medidas que reduzcan la población de estos roedores, que han proliferado alarmantemente durante y después de la pandemia de covid-19.
En una ciudad donde las ratas se pueden encontrar en parques, estaciones del metro, terrazas de restaurantes y en las aceras, donde los desechos se acumulan en bolsas, el combate contra los roedores ha sido elevado a una prioridad por parte del gobierno local.
“Las ratas impiden una calidad de vida mayor de lo que creemos”, declaró el alcalde de New York, Eric Adams, durante la apertura del evento, que se celebra junto con el Programa de Gestión Integrada de Plagas de la Universidad Cornell.
Para reforzar esta lucha, hace año y medio se nombró a una encargada específica para dirigir las acciones contra los roedores. Además, se ha lanzado una revolución de la basura, un plan que busca retirar los desechos de las aceras mediante la instalación de contenedores, una medida clave para combatir a las ratas.
Jessica Tisch, comisionada del Departamento de Saneamiento de la ciudad, explicó que la forma más efectiva de combatir la población de ratas es eliminando su fuente de alimento: los desechos. “La mejor manera de acabar con las ratas es acabar con el bufé libre de basura en las aceras”, subrayó.
Además de reducir los desechos, la ciudad ha implementado otras estrategias, como la creación de mapas para rastrear el movimiento de las ratas, involucrando a los ciudadanos en la lucha. Hasta la fecha, más de 6 mil personas han recibido capacitación para combatir la presencia de estos roedores en sus comunidades.
Un equipo de 45 exterminadores trabaja de manera constante en los espacios públicos, utilizando técnicas que incluyen la inyección de pesticidas en las madrigueras de las ratas, además de métodos no químicos, como el uso de tanques de dióxido de carbono y máquinas que liberan monóxido de carbono en las madrigueras.