El organismo de control agrícola ruso prohibió las importaciones de semillas de girasol y maíz procedentes de empresas de Chile, Francia, Hungría y Turquía, buscando reducir la dependencia de las importaciones de semillas.
Rusia se ha convertido en los últimos diez años, en un importante exportador de productos agrícolas y aspira a convertirse en una superpotencia agrícola mundial. Sin embargo, sigue dependiendo de la importación de semillas, principalmente de países occidentales.
En noviembre, el Ministerio de Agricultura ruso dijo que planeaba reducir gradualmente las importaciones de semillas de países occidentales.
La estrategia nacional de seguridad alimentaria exige que las semillas de producción nacional constituyan el 75% de la demanda total, y aunque las cifras varían según el tipo de semilla, están muy por debajo de este objetivo. La cuota más baja corresponde a las semillas de remolacha azucarera de producción nacional, que se sitúa en el 8%.
El organismo de control atribuyó la prohibición impuesta a una empresa en cada uno de los cuatro países al descubrimiento de plagas como la phomopsis del girasol, la mancha foliar del maíz y la pudenta marrón en semillas importadas.
Las empresas afectadas son la unidad húngara del grupo agroquímico y de semillas Syngenta, de propiedad china e integrada en Sinochem Holdings Corp, la francesa Lidea, la turca GLS Tohumculuk y la chilena Pinto Piga Seeds.
Rusia introdujo el año pasado cuotas de importación de semillas de girasol y maíz, pero estas cuotas no se han aplicado plenamente este año, ya que los agricultores rusos se han pasado a las semillas de producción nacional.