Donald Trump empezará su segundo mandato más desinhibido que nunca, con la promesa de llevar a cabo deportaciones masivas de migrantes y perseguir a sus oponentes.
El millonario republicano ha logrado remontar políticamente siendo fiel a su estilo: ideas sencillas, machacadas una y otra vez, libres de convencionalismos.
Pero a diferencia de su primera etapa como presidente, entre 2017 y 2021, los obstáculos en su camino se han reducido y el 20 de enero Trump llegará a la Casa Blanca con varias ventajas.
El Partido Republicano tiene mayoría en el Congreso y su influencia sobre los conservadores es enorme en momentos en que los medios atraviesan una crisis económica y de identidad.
Casi 10 años después de entrar en política, el millonario ha conseguido rodearse de escuderos leales y sofocar las voces disidentes dentro del campo conservador.
A diferencia de 2016, las disputas internas en el partido no servirán de contención, predice Jon Rogowski.
Ahora los dueños de grandes compañías tecnológicas y los ejecutivos extranjeros acuden en masa a su lujosa mansión de Mar-a-Lago, en Florida, para ganarse los favores del presidente electo.
Su victoria en noviembre, en comparación con su fracaso en 2020, “lo hizo más aceptable para un espectro político más amplio”, según Jon Rogowski.
Para David Greenberg, Estados Unidos ha experimentado en los últimos años “una erosión de la confianza en las instituciones”.
Al profesor le preocupa un posible debilitamiento del equilibrio de poder en los próximos cuatro años, en el contexto de la “guerra contra la burocracia” que Donald Trump y sus aliados, como Elon Musk, libran.
Antes incluso de regresar al despacho oval, el presidente electo reveló sus intenciones y dan escalofríos a los más de 11 millones de migrantes que viven en situación irregular en el país.
También asustan a sus vecinos, como México y Canadá, o China, a los que amenaza con aranceles hasta que tomen medidas contra el fentanilo y los cruces fronterizos ilegales.
Las declaraciones del republicano han causado una onda de choque en algunas cancillerías, como cuando afirmó que quiere anexionar el Canal de Panamá y Groenlandia.
Algunas declaraciones son claramente provocaciones retóricas, mientras que otras apuntan a su pensamiento político.
En su punto de mira también están aquellos que considera sus enemigos y piensa vengarse de ellos.
El republicano ha arremetido contra algunos de sus oponentes diciendo que deberían ir a prisión, pero también contra un”enemigo interior, que no acaba de definir con claridad. Dice que el ejército debería de encargarse de él.
Además tiene en su radar a periodistas y medios de comunicación que prevé llevar ante los tribunales.
Porque el expresidente nunca ha digerido su derrota en las urnas en 2020 frente al demócrata Joe Biden y afirma, sin fundamento, que le robaron esos comicios.
El republicano ha sido procesado en cuatro casos penales y condenado en uno de ellos y ahora quiere utilizar la justicia a su favor. Por el momento se acerca un segundo mandato envuelto en incertidumbre.
Sobre su mandato pesará un tema que ha lastrado la presidencia de su sucesor y pronto predecesor: la edad.
A sus 78 años, Donald Trump será el presidente más viejo en prestar juramento, superando a Biden por unos meses.
Los republicanos tendrán difícil encontrarle sucesor una vez que cumpla su segundo mandato. La Constitución prohíbe un tercero.