Japón adquirirá 400 misiles Tomahawk de Estados Unidos, anunció el lunes el primer ministro Fumio Kishida, en momentos en que el archipiélago busca aumentar sus defensas ante las amenazas chinas en la región.
“El plan de nuestro país es (adquirir) 400 unidades” de estos misiles de crucero, declaró Kishida ante el comité de presupuesto de la Cámara Baja del Parlamento, sin dar más detalles.
Hace unos días, el ministro de Defensa dijo que Japón reservaba 1.500 millones de dólares para comprar misiles en el próximo año fiscal, después de años de reducir este tipo de adquisiciones.
El gobierno japonés presentó en diciembre una gran reforma de Defensa, por la que duplicará el presupuesto del rubro al 2% del PIB para 2027, y designó a China como “el mayor desafío estratégico” para la seguridad del país.
La invasión rusa de Ucrania ha acrecentado los temores de que el gigante asiático haga algo parecido con Taiwán, una isla autónoma y democrática reclamada por Pekín.
Se trata de un importante punto de inflexión para el archipiélago nipón, cuya Constitución pacifista, adoptada tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial, le prohíbe en principio disponer de un ejército de pleno derecho.
Además, la región está en alerta tras el lanzamiento de numerosos misiles de crucero estratégicos por parte de Corea del Norte, una serie de provocaciones por parte de Pyongyang que hace temer un eventual ensayo nuclear por primera vez desde 2017. Los misiles de Kim Jong-un fueron lanzados hacia el mar de Japón, indicó la agencia oficial KCNA.
Tras ser aprobada, Estados Unidos consideró que la reforma de la política de defensa de Japón va a “fortalecer y modernizar” la alianza militar con Washington, según dijo el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.
Pese a que alguna vez Japón pidió mejores lazos y cooperación con Rusia, ahora Tokio advierte que la postura militar de Moscú en Asia y la cooperación con China son “una gran preocupación de seguridad”. Japón se unió a los aliados occidentales para imponer sanciones a Moscú tras su invasión de Ucrania, congelando profundamente las relaciones.