El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, publicó un video en su cuenta de Twitter en el que se ve a prisioneros enviados por su gobierno destruyendo “lápidas con simbolismos pandilleros”.
“Enviamos prisioneros a destruir todas las lápidas con simbolismos pandilleros…”, publicó Bukele en Twitter acompañado de imágenes de hombres rompiendo lápidas con mazos y martillos.
En noviembre pasado, el líder salvadoreño había tomado la misma medida con un grupo de presos cuando demolieron tumbas de pandilleros para evitar que sus admiradores se reunieran alrededor de ellas.
Recientemente, las autoridades salvadoreñas trasladaron a los primeros 2.000 pandilleros a la nueva mega cárcel capaz de alojar hasta 40.000 presos.
Así lo anunció con orgullo Bukele en su cuenta de Twitter, donde escribió que “esta será su nueva casa, donde vivirán por décadas, mezclados, sin poder hacerle más daño a la población”.
La construcción del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), que ha levantado alertas entre múltiples organismos de derechos humanos, constituye el más reciente paso en la lucha contra las pandillas que El Salvador lleva encabezando desde hace meses.
Esta gigantesca prisión está ubicada en las afueras de la ciudad de Tecoluca -a 74 kilómetros al sureste de San Salvador- y destaca por sus rigurosos controles de ingreso y su alta tecnología para la vigilancia.
Todo ello quedó expuesto en un video que el mandatario compartió en sus redes sociales junto al mensaje antes mencionado, en el que mostró en detalle cómo fue el operativo de traslado realizado durante la madrugada de este viernes.
En las imágenes se puede apreciar a un grupo de pandilleros con el torso desnudo, vistiendo apenas pantaloncillos blancos y sin ningún tipo de calzado, custodiados por policías mientras se alinean en un gran patio de otra de las prisiones en el país.
Momentos más tarde, con las manos esposadas en sus espaldas, son subidos a autobuses y trasladados bajo fuertes medidas de seguridad hacia el nuevo centro penitenciario, a donde llegaron cerca del amanecer. Todo el trayecto estuvo custodiado por varios helicópteros militares que sobrevolaron los colectivos y contó con el apoyo de cientos de oficiales de la policía, agentes de seguridad de la Dirección de Centros Penales y hasta de soldados.