De acuerdo a los investigadores, equipos extraterrestres podrían llegar en dos formas: basura espacial, similar a la forma en que nuestras propias sondas interestelares (Voyager 1 y 2, Pioneer 10 y 11 y New Horizons) aparecerán en mil millones de años, o equipos funcionales como dispositivos autónomos equipados con Inteligencia Artificial (IA).
Aclaran que es probable que cualquier dispositivo funcional incrustado en la atmósfera de la Tierra no lleve entidades biológicas porque estos no sobrevivirían al largo viaje a través del espacio interestelar y sus duras condiciones, incluido el bombardeo por energéticos rayos cósmicos, rayos X y rayos gamma.
Plantearon la hipótesis de que los extraterrestres pueden haber enviado hace mucho tiempo una nave nodriza a través de la galaxia, con la capacidad de lanzar sus propias sondas más pequeñas para visitar los planetas interesantes por los que pase.
Los científicos consideran la posibilidad de que “un objeto interestelar artificial pueda ser una nave matriz que libere muchas sondas pequeñas durante su paso cercano a la Tierra, una construcción operativa no muy diferente de las misiones de la NASA. Estas “semillas de diente de león” podrían separarse de la nave principal por la fuerza gravitacional de marea del Sol o por una capacidad de maniobra”.
Con un diseño adecuado, reflexionan, estas diminutas sondas llegarían a la Tierra u otros planetas del sistema solar para su exploración. Dicen que los astrónomos no serían capaz de notar el rocío de mini-sondas porque no reflejan suficiente luz solar para que los telescopios existentes puedan notarlo, incluso del poderoso James Webb.
Dentro de un rango cercano a una estrella, las sondas tecnológicas extraterrestres podrían usar la luz de las estrellas para cargar sus baterías y utilizar agua líquida como combustible. “Esto explicaría por qué apuntarían a la región habitable alrededor de las estrellas, donde el agua líquida puede existir en la superficie de los planetas rocosos con atmósfera, como la Tierra.
Los planetas habitables serían particularmente atractivos para las sondas trans-medianas, capaces de moverse entre el espacio, el aire y el agua. Desde un gran distancia, Venus, la Tierra o Marte serían igualmente atractivos para las sondas. Pero tras una inspección más cercana, la Tierra mostraría firmas espectrales de agua líquida y vegetación que podrían atraer la atención selectiva”, escriben Kirkpatrick y Loeb.