La reforma de las pensiones ha tenido un éxito inesperado: hacer converger todas las broncas y desánimos de la sociedad francesa. La amplificación de marchas, huelgas o cacerolazos ha desatado hechos de violencia que preocupan al sistema político del país, una desintegración institucional que alarma.
La manifestaciones multitudinarias y los contenedores de basura en llamas han protagonizado esta oleada de altercados en Francia tras la iniciativa del Gobierno. Luego, las protestas evolucionaron a una serie de cacerolazos para manifestarse contra la ley impopular. Ahora, las agresiones se han hecho personales.
El caso del alcalde Yannick Morez de Saint-Brévin-les-Pins, quien debió dimitir por amenazas hace días, llegó al Parlamento para debatir medidas para frenar desbordes que se vuelven cotidianos. El funcionario electo de un frente de derechas se presentó hace días ante la comisión de derecho del Senado para explicar las “amenazas” e “intimidaciones” que recibió de la extrema derecha luego del traslado de un centro de acogida de refugiados a su municipio.
El ex alcalde, cuya casa y vehículo fueron incendiados, explicó que “alertó a la gendarmería preguntándoles qué podían hacer”. “Y la respuesta siempre fue: ‘libertad de expresión, no se puede hacer nada’“, detalló.
El renunciado también explicó que recibió “un panfleto” en su buzón, para demostrar que los agresores sabían dónde vivía. Morez, que ha denunciado repetidamente la falta de apoyo estatal, fue recibido por la primera ministra Elisabeth Borne en Matignon para ocuparse de su tema y de la violencia repetida hacia los funcionarios.
El gobierno quiere aumentar las sanciones penales por ataques a funcionarios electos. Estos últimos deben ser considerados tan graves como los ataques contra policías, adelantò la ministro de las Comunidades Territoriales, Dominique Faure. La funcionaria adelantó además que se ponían en estudio “nuevos medios para prevenir y luchar contra los ataques a los cargos electos”.
La conmoción provocada por la dimisión del alcalde se ha convertido en otro símbolo de la violencia. La amenaza se expande a toda la clase política y el Gobierno quiere atenuar este germen. El propio Macron ha sido víctima de intimidaciones y golpes. Una vez recibió un huevazo mientras se desplazaba por el departamento de Hérault, ubicado al sureste del país. En otro incidente, fue abofeteado por un hombre durante un viaje oficial a Drôme.
El hecho más reciente fue la agresión sufrida por un sobrino nieto de la primera dama francesa, Brigitte Macron, Jean-Baptiste Trogneux fue violentamente golpeado por un grupo de personas que se manifestaban contra las políticas oficiales.