Al menos cien estudiantes de la localidad costera de Quintero, en Chile, fueron atendidos este martes por intoxicaciones relacionadas a la contaminación ambiental que ya se ha vuelto recurrente en la zona.
El episodio comenzó cerca de las 23:00 horas del lunes y derivó en la declaración de alerta ambiental por hidrocarburos no metálicos en suspensión en el aire, indicó la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de Salud de Valparaíso.
Entrado el martes, las autoridades en más de seis establecimientos educativos se vieron obligadas a suspender las clases ya que muchos de los alumnos comenzaron a presentar síntomas como dolores de cabeza y vómitos y debieron ser atendidos en centros médicos.
La contaminación se extendió por las comunas de Concón, Quintero y Puchuncaví, donde yace un cinturón industrial conocido como el “Chernóbil chileno” con una docena de termoeléctricas, petroleras y plantas químicas.
Su desembarco en la zona ha dejado profundas huellas de contaminación que derivan en constantes episodios de intoxicación de la población. Las autoridades ya han obligado a estas industrias a reducir sus emisiones ambientales y ha ampliado su capacidad de fiscalización sobre ellas aunque han conseguido pocos avances ya que esta “zona de sacrificio” funciona desde la década de los 60 con el objetivo puro y exclusivo de conseguir el desarrollo económico del país, incluso en detrimento del medio ambiente y la salud de las personas.
La organización ambientalista Greenpeace bautizó la zona como el “Chernóbil chileno” en 2018 luego de que 600 personas se vieran afectadas por un cuadro clínico atípico de vómitos de sangre, dolores de cabeza, mareos, parálisis de las extremidades y extrañas ronchas en la piel que dio cuenta de la “atemorizante e interconectada” crisis medioambiental que enfrenta la zona, según sumó el relator especial de la ONU que visitó el país.
En línea con su declaración, la última semana la estatal Codelco, la mayor cuprífera del mundo, recibió el visto bueno para la clausura de una de sus fundiciones de cobre en la localidad vecina de Ventanas, unos altos hornos que funcionaron durante casi seis décadas y fueron responsabilizados de otros episodios de contaminación en el pasado.