Lo que pasó durante la marcha en apoyo a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) es un adelanto de lo que pasará si no cesa desde Palacio Nacional el discurso de odio.
La marcha no tenía, originalmente, el propósito de retirar el plantón que desde hace semanas mantenían los simpatizantes de Morena frente a la sede de la Corte.
Pero una vez frente a frente, fue imposible que no se diera un enfrentamiento, primero verbal y después a empujones y golpes que afortunadamente no pasó a mayores.
Tuvo que intervenir la Policía de la CDMX para proteger a los morenistas que se habían apropiado del espacio público para amenazar a los ministros de la Corte.
El asunto tiene mucho más de fondo.
Las marchas anteriores, incluida la que se realizó en demanda de seguridad cuando López Obrador fue jefe de gobierno de la CDMX, no habían registrado ni una botella de agua arrojada a los “adversarios’’.
Pero este domingo, las provocaciones, primero de quienes estaban en el plantón y después el de los marchistas, infinitamente superiores en número (a pesar de que para la Secretaría de Gobierno “solo’’ fueron 2,000), dieron pie al primer enfrentamiento que, si bien fue a mentadas de madre, botellazos de PET y una que otra cachetada, presagia pleitos mayores.
Lo veremos en el Estado de México, el próximo domingo, cuando los mexiquenses salgan a votar por su gobernador.
Y lo veremos en las campañas presidenciales del 2024, porque el Gobierno (léase el Presidente), se niega a cambiar el discurso con que ha dividido al país solo en buenos y malos.
Ya lo advertía el líder de los morenistas que mantenían el plantón frente a la Corte: “¿Quieren que le bajemos gente de la sierra?’’.
La falta de argumentos termina en amenaza.
Usted puede darle la interpretación que quiera a la advertencia del líder morenista, pero una cosa es cierta, ninguna será buena.
El domingo fueron mentadas y empujones; lo siguiente serán pedradas y después el caos, si el Gobierno sigue empeñado en llevar al país a un choque de trenes.