Kim Jong-un volvió a poner en alerta al mundo con la exhibición de un mega arsenal nuclear listo para atacar a Occidente y a sus enemigos regionales.
Esta vez, la amenaza nace del análisis detallado de una secuencia fotográfica que llevó semanas en concretarse y que revela un peligrosísimo avance en su carrera atómica.
En las imágenes se ve al dictador paseando entre una decena de mini ojivas Hwasan 31 -”Volcán31″- en exhibición. Y detrás de Kim Jong-un aparece un afiche en el que se da a entender que sus investigadores lograron miniaturizar las cabezas nucleares a tal punto que servirían para diversos misiles y, por lo tanto, sus proyectiles serían más fáciles de lanzar y más difíciles de interceptar.
Kim Jong-un hace tiempo que enfocó la producción armamentística en el desarrollo de armas nucleares más pequeñas, ligeras y tácticas para apuntar a sus enemigos regionales: Corea del Sur, Japón y las bases militares estadounidenses en la región.
Las imágenes del afiche revelan que el dispositivo mostrado tiene una longitud de entre 90 cm y 1 metro, y un diámetro de 50 cm, es decir, unas dimensiones lo suficientemente pequeñas como para tener lugar a bordo misiles balísticos más compactos que los enormes ICBM norcoreanos.
Las fotos que encendieron las alarmas muestran al dictador inspeccionando al menos 10 de esas pequeñas cabezas nucleares pintadas de rojo y verde que aparecen exhibidas estilo showroom, dentro del Instituto de Armas Nucleares norcoreano.
Junto a las ojivas, también aparecían modelos completos de un misil de crucero de largo alcance Hwasal-2, un misil KN-25 de 600 mm con sistema de lanzamiento múltiple de cohetes y un misil balístico de corto alcance KN-23.
Los diagramas expuestos en la pared muestran el montaje de la ojiva Hwasan31 en otros misiles grandes y pequeños.
Con el historial propagandístico del dictador es imposible saber si las cabezas nucleares de las fotos son reales o no. No sería raro que fueran una maqueta más de las tantas que exhibe regularmente, pero sí genera inquietud.
Un indicio de que esta vez podría ser real es que Corea del Sur alertó en febrero pasado, en su Libro Blanco de Defensa anual, que Pyongyang había alcanzado “un nivel significativo de miniaturización” en sus armas nucleares.
La información de inteligencia no es suficiente confirmación de nada en el mundo de los Kim, por lo que solo queda una forma -tan reveladora como aterradora- de validar los datos: sus tests nucleares. Así, tanto Washington como Seúl esperan que próximamente Kim Jong-un dé luz verde a una séptima prueba atómica que demuestre que su nueva y más pequeña ojiva nuclear Hwasan-31 es efectivamente real.