Expertos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. han declarado la alerta máxima para los Cayos de Florida, debido a que las altas temperaturas del agua están descolorando los arrecifes de coral.
Afirman que cuando los corales se estresan presentan cambios en la temperatura, la luz y los nutrientes, haciendo que expulsen las algas simbióticas que viven en su tejido, provocando que se vuelvan blancos. A raíz de ello se a alcanzado el nivel 2 de una escala de cinco rangos.
Las temperaturas de la superficie marina superaron en junio el umbral, por encima del cual se hace inevitable que estos organismos pierdan su color. Cuando esto ocurre, lo corales continúan vivos, pero se encuentran bajo condiciones de estrés que pueden conducir a su muerte.
Estos organismos marinos adoptan cierta palidez cada año, por lo general, a finales de agosto o septiembre y después de algunas semanas las algas vuelven. Pero en esta época del año, deberían estar llenos de vitalidad y color, dijo la coordinadora de investigación y monitoreo de un programa de protección de corales, Katey Lesneski.
Por su parte, el coordinador de investigación del santuario marino de los Cayos de Florida, Andrew Bruckner, detalló que algunos arrecifes comenzaron a mostrar los primeros indicios de blanqueamiento hace dos semanas. Mientras que en los últimos días, algunos han perdido su color por completo, algo que nunca se había registrado hasta antes del 1 de agosto.
Aún no se ha llegado a un punto de mortalidad debido al blanqueamiento, pero no se descartá que estó pueda acurrir antes de lo esperado, advirtió Bruckner.
Si bien la temperatura del agua puede seguir creciendo, lo que sería devastador, una tormenta tropical o un huracán podría enfriar el mar. Restos de arena del desierto del Sáhara que se desplazan a través del Atlántico hacia Florida podrían amortiguar los rayos solares y bajar las temperaturas.
La región marina de los Cayos de Florida ha perdido entre el 80 y 90 % de sus corales en los últimos 50 años, debido al cambio climático y otros factores, según Bruckner.
Esta pérdida no solo afecta a la vida marina que depende de los arrecifes, sino también a las personas, ya que los corales son un amortiguador natural contra las marejadas provocadas por huracanes y tormentas. Además, puede tener un impacto en la economía porque el turismo de pesca, buceo, entre otras actividades, depende en gran medida de los arrecifes.