Hace poco menos de un año la economía era la principal amenaza para las intenciones reeleccionistas de Joe Biden, con una inflación descontrolada como pocas veces había tenido Estados Unidos.
Ahora la economía es, por el contrario, la principal arma que desenfunda el presidente estadounidense para la campaña electoral del año que viene, luego de haber controlado el aumento de precios y llevarlo a un 3% anual, el punto más bajo desde 2012.
Desde hace un mes el mandatario visita una vez a la semana alguna ciudad norteamericana para realizar actos bajo el lema “Bidenomics”.
Esta estrategia busca mostrar al presidente demócrata como el hombre que da certezas sobre la economía pero con una mirada social y que contempla más a los de abajo que a los de arriba. Así al menos lo plantea el gobierno.
El presidente menciono en su primera presentación que al asumir el cargo decidió cambiar la dirección económica del país; afirmó que el termino “Bidenomics” no se le ocurrio a él, el Wall Street Journal y el Financial Times lo comenzaron a llamar de esa manera.
La lógica de Bidenomics es simple. Estados Unidos está en medio de una crisis nacional. Su infraestructura ya no es de primer mundo, y el desempleo está en un pico generacional. Parece un buen momento para entrar en el siglo XXI con la ‘mayor movilización de inversiones públicas’ desde la Segunda Guerra Mundial.
Tres años después la economía no solo no cayó en una depresión sino que por el contrario la administración de Biden se vanagloria de haber agregado 13,2 millones de empleos durante su gestión.
En estos más de dos años y medio de gobierno la administración demócrata aprobó leyes significativas en esta dirección de un estado más presente. Biden firmó el Plan de Rescate Estadounidense de USD 1.900 millones, la ley de reducción de la inflación y la ley de inversión en infraestructura y empleos, entre otros proyectos que refuerzan la presencia del estado, la regulación y el gasto público.
Todo ello, que es visto como logros por los demócratas, es también lo que más critican los conservadores. El gasto público no ha parado de crecer.Los grupos más conservadores de los republicanos son los más críticos de la economía.
La campaña se llama “‘Bidenomics’ está rota” y en uno de los spots asegura que la estrategia del gobierno “ha hecho que la vida sea inasequible para los estadounidenses”.
Si bien los analistas destacan estos logros económicos, son escépticos de que la gente los valore. “La clase media aún no siente los frutos de la agenda de Biden. Tiene aproximadamente un año para corregir eso”, escribió Luce, el padre involuntario del slogan de campaña de Biden, en otra columna en el Financial Times. “Si funcionará políticamente es una gran pregunta abierta”, agregó.