La ministra alemana de Educación advirtió del riesgo de que estudiantes chinos que estudian en universidades alemanas gracias a becas de Beijing lleven a cabo labores de espionaje en el ámbito científico, por lo que pidió una revisión de las prácticas de intercambio de estudiantes del gigante asiático.
“En la ciencia y la investigación China se está convirtiendo cada vez más en un competidor y en un rival sistémico”, afirmó la ministra liberal Bettina Stark-Watzinger en una entrevista publicada el sábado por el Mediengruppe Bayern.
La ministra saludó la decisión de la Universidad Friedrich-Alexander (FAU) de Baviera, que colabora habitualmente con la industria alemana en proyectos de investigación, de dejar de aceptar estudiantes chinos cuya única financiación proceda del Consejo de Becas de China (CSC), que es una institución estatal.
Stark-Watzinger elogió a la universidad alemana por su decisión, afirmando que estaba motivada por “la constatación de que la libertad de opinión y la libertad científica ancladas en la Ley Fundamental alemana no pueden ser ejercidas plenamente por los becarios de la CSC debido a las condiciones de sus becas y además existe un mayor riesgo de espionaje científico”.
Según informes recientes publicados en Deutsche Welle y la plataforma de investigación Correctiv, los beneficiarios de estas becas deben firmar un juramento de lealtad al Estado chino o se arriesgan a un proceso judicial.
La decisión de la FAU de excluir a los estudiantes chinos becados por el CSC está en vigor desde el pasado 1 de junio y ha afectado a varias decenas de personas, según anunció el centro universitario esta semana.
La universidad de Erlangen-Nürnberg no ha indicado que se hayan detectado posibles casos de espionaje, pero justificó la decisión con el deseo de que ciertos proyectos de investigación cumplan a partir de ahora con la normativa de control de exportaciones para bienes de doble uso civil y militar.
A mediados de julio, Alemania endureció su posición respecto a China, publicando una estrategia de 64 páginas en respuesta a una China “más asertiva”, lo que provocó la ira de Beijing.
El canciller alemán, Olaf Scholz, tuiteó el jueves que Berlín había “reaccionado ante una China que ha cambiado y se ha vuelto más asertiva”, y que su gobierno quería reducir la dependencia económica de Beijing en áreas críticas.
Beijing dijo que el nuevo enfoque aumentaría los “riesgos provocados por el hombre” y “exacerbaría las divisiones” en el mundo. La línea más dura de Berlín ha desatado temores en la industria alemana, cada vez más dependiente de China.