La ruta comercial más importante de Europa, el río Rin, se encuentra en riesgo porque sus aguas bajas son cada vez más frecuentes, lo que hace que se requieran costosas soluciones alternativas para mantener abiertas las líneas de suministro, informa este lunes Bloomberg.
Este importante río, que tiene una longitud de unos 1.287 kilómetros, nace en los Alpes suizos y atraviesa el corazón industrial de Alemania antes de desembocar en el mar del Norte, concretamente en el puerto de Róterdam (Países Bajos).
Los bajos niveles de agua actuales dificultan la navegación por su cauce entre finales de verano y principios de otoño, ya que algunos barcos solo pueden transportar alrededor de la mitad de su capacidad normal, lo que obliga a las empresas a adaptarse y buscar vías alternativas, un hecho que demuestra que el cambio climático está afectando incluso a las economías industriales avanzadas.
Por ejemplo, la compañía petroquímica BASF está desviando logística a trenes y camiones, el fabricante de plásticos Covestro tiene planes de contingencia que incluyen trasladar parte de la producción a Bélgica, mientras que los operadores de carga han comenzado a reacondicionar sus flotas con barcazas capaces de navegar en aguas poco profundas.
“Lo que podríamos experimentar hoy como la excepción se convertirá en la norma en el futuro. Con eso, surgirán más limitaciones”, vaticinó Christoph Heinzelmann, director del Instituto Federal de Ingeniería e Investigación de Vías Navegables de Alemania.
En este contexto, el Gobierno alemán lleva años trabajando en una serie de iniciativas que incluyen sistemas de alerta temprana y el dragado en un tramo complicado del Rin para facilitar la navegación por el río —un proyecto con un coste estimado en casi 200 millones de dólares—, pero estas se encuentran estancadas debido a las disputas internas del actual Ejecutivo, formado por una coalición de tres partidos.
Si bien Berlín prometió aumentar el transporte terrestre junto con la carga ferroviaria para mejorar su sector de transporte, no lo está respaldando. El plan gubernamental de gastos a largo plazo prevé una inversión de casi 300.000 millones de dólares en infraestructura de transporte para 2030, con la mitad de los fondos destinada a carreteras y menos del 10 % a vías fluviales.