Cientos de inmigrantes tratan de llegar a diario a Libia tras ser abandonados en el desierto fronterizo por las fuerzas de seguridad tunecinas, según los guardias fronterizos libios y los propios inmigrantes.
Para cuando llegan a Libia, los migrantes procedentes del África subsahariana están a punto de caer de agotamiento, con temperaturas que han superado los 40 grados centígrados.
Guardias fronterizos rescatan por lo menos a un centener de hombres y mujeres de una zona deshabitada cerca de Sebkhat al-Magta, un lago salado situado en la frontera entre Libia y Túnez.
Los guardias fronterizos libios mencionan que en las últimas dos semanas, se han rescatado a cientos de migrantes que declararon haber sido abandonados por las autoridades tunecinas en la región fronteriza cerca de Al-Assah, a unos 150 kilómetros al oeste de Trípoli.
A principios de julio, cientos de migrantes procedentes de países del África subsahariana fueron expulsados de la ciudad portuaria tunecina de Sfax al estallar las tensiones raciales tras la muerte de un tunecino en un enfrentamiento entre la población local y los migrantes.
Varios inmigrantes llegan de Sudán siendo agarrados por la policía y dejados si corren con suerte en Sfax, que se encuentra cerca de Túnez tan sólo unos 130 kilómetros de la isla italiana de Lampedusa.
El país norteafricano es una importante puerta de entrada para migrantes y solicitantes de asilo que intentan peligrosas travesías marítimas con la esperanza de una vida mejor en Europa. Para frenar las llegadas, la Unión Europea cerró hace dos semanas un acuerdo con Túnez que prevé ayuda económica a cambio del compromiso tunecino a luchar contra la inmigración irregular.
Human Rights Watch señaló que hasta 1.200 africanos negros fueron “expulsados o trasladados a la fuerza por las fuerzas de seguridad tunecinas” en julio a las desérticas regiones fronterizas del país con Libia y Argelia.
En Ras Jedir, las personas permanecen en un campamento improvisado, entre ellas niños y mujeres embarazadas, donde sus condiciones de vida son problemáticas por no ser sostenible a largo plazo, no exieten baños, ni depostios de agua.
En Al-Assah, los inmigrantes aturdidos siguen entrando a trompicones, algunos sólo con sandalias en los pies.Llegan de dos en dos, de tres en tres o por docenas. Algunos se desploman. Los guardias les tapan la boca con botellas de agua. Ante la afluencia, los libios del Batallón 19 de guardias fronterizos del ejército, y una unidad contra la inmigración saharaui, patrullan a diario.
Un comunicado conjunto de las agencias de las Naciones Unidas se refirió a la “tragedia en desarrollo” de los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo en las regiones fronterizas de Túnez.
La ONU también ha señalado a Libia en varios informes anteriores, denunciando la violencia contra los 600.000 migrantes que detiene, la mayoría de ellos en campamentos.
El gobierno de Trípoli ha hecho saber en los últimos días que rechaza el “reasentamiento” en su territorio de los migrantes llegados de Túnez.
Los migrantes, por su parte, han cruzado la frontera sin saberlo. Caminan, dicen, en la dirección que las fuerzas de seguridad tunecinas les indicaron: hacia Libia.
Mientras una ola de calor asfixia el Mediterráneo, algunos como Alexander Unche Okole dijeron que habían caminado durante dos días, sin comida ni agua.