Una enfermedad de origen aún desconocido se ha llevado, este domingo en Costa de Marfil, las vidas de siete personas: cinco perecieron en el hospital universitario de Bouaké, la segunda ciudad más grande del país, y otras dos en Niangban, un pueblo situado a unos 30 kilómetros al sur, informa AFP, al citar sus fuentes locales y del hospital.
“Tenemos un total de 59” personas ingresadas en el hospital universitario de Bouaké, “en su mayoría niños y algunos adolescentes”, confirma una fuente del ámbito sanitario citada por la agencia que, además, precisa que los síntomas de esta enfermedad son “vómitos” y “diarrea”.
Por su parte, el jefe de la aldea de Niangban, Emmanuel Kouamé N’Guessan, ha confirmado a la agencia que las víctimas que sucumbieron a esta dolencia desconocida tenían entre 5 y 12 años. N’Guessan también dijo a la agencia que “unas cincuenta personas” se encontraban “en el hospital universitario de Bouaké” y el domingo una enfermera le informó que los niños estaban “muriendo”.
Entre los familiares de los enfermos y los residentes de la aldea circulan rumores de que la causa de la enfermedad son unas gachas de maíz contaminadas que podrían haber ingerido las víctimas. Así, Zitanick Amoin Yao, la madre del primer niño fallecido este domingo, afirmó haber comprado gachas y dárselas a su hijo. Después de comer, el menor sintió la necesidad de ir al baño, la madre acudió al hospital de Djébonouan, donde al niño le prescribieron un fármaco, pero él “comenzó a vomitar” cuando la madre le dio la medicina.
“Regresamos al hospital y nos dijeron que fuéramos al Hospital Universitario de Bouaké, allí [mi hijo] murió, tenía tres años”, cuenta la madre. Otra mujer, Agnes Aya Konan, quien también perdió a su hija, se niega a acusar al vendedor de gachas de maíz, pero sí confirma que sus hijos también habían comido las mismas gachas el domingo.
Y es que los rumores sobre la posible contaminación de algún alimento no han surgido sin razón. En febrero, en el pueblo de Kpo-Kahankro, también cerca de Bouaké, dos personas fueron condenadas a cinco años de prisión por contaminación de comida con la bacteria ‘Clostridium’, que había causado 16 muertes según un informe oficial y 21 según los residentes del pueblo.