¿Cómo verán el futuro algunos viejos políticos del PRI y el PAN, que no han dudado en correr a las filas de Morena sabiendo que es casi casi un acto de purificación?
Sumarse a la cargada a favor de Claudia Sheinbaum, en busca de posiciones, pero sobre todo de un eventual perdón de culpas y administraciones pasadas, es la moda.
Morena los recibe sin importar su pasado, al menos por el momento, en un afán equivocado de demostrar que se resquebraja la oposición y más y más se suman al “proyecto de la transformación’’ del presidente López Obrador.
Se creería de un campesino, o de un luchador social, ¿pero de un político que vivió 30 años del erario bajo la cobija tricolor o blanquiazul y de repente tuvo una epifanía que lo hizo ver que había militado en el bando equivocado?
Claro, las epifanías ocurren en sus residencias con alberca y caballerizas, o en sus lujosos Mercedes Benz, o en sus camionetas Suburban blindadas, o quizá en alguna de sus oficinas de sus múltiples negocios obtenidos al amparo de sus cargos públicos.
Eso no le importa a Mario Delgado ni a la propia Claudia Sheinbaum, pero debería importarle al presidente López Obrador, tan celoso de la pureza de su movimiento (ajá).
El caso es que, en dos estados, Sinaloa y Oaxaca, Delgado y Sheinbaum dieron la bienvenida a las filas morenistas a priistas tránsfugas de su pasado, que fueron recibidos a mentadas y rechiflas por los morenistas de a pie.
En Sinaloa, fueron 54 los “nuevos soldados de la 4T’’, entre ellos, Ricardo Madrid Pérez, Cinthia Valenzuela y Connie Zazueta, así como los diputados locales Gloria Himelda Félix y Feliciano “Chano” Valle.
También se pusieron la camiseta guinda Faustino Hernández, Jesús Valdés Palazuelos (expresidente del PRI en el estado), Fernando Pucheta y Marcos Osuna.
En el grupo va de todo: expresidentes municipales, diputados y exdiputados locales, dirigentes partidistas, de todo.
En Oaxaca se tuvo que simular la firma de un documento para presentar a los oaxaqueños que los morenistas de a pie consideran impresentables.
Se trata del “Acuerdo de Unidad por la Transformación de Oaxaca’’, suscrito por los ex priistas Eviel Pérez Magaña, excandidato a gobernador, exsecretario de Desarrollo Social (un año y fracción) con Peña Nieto, exsenador, quién se llevó la rechifla más grande.
También firmaron su purificación María Benítez Toledo, ex procuradora del estado y el empresario Javier López Mendieta, uno de los más importantes concesionarios automotrices de Oaxaca, famoso por haber financiado decenas de campañas de candidatos priistas.
En el estado también se dice que el excandidato a la gubernatura y actual diputado local Alejandro Avilés Álvarez ya le dijo que sí a Morena, pero no quiere ser exhibido en público.
Morena puede (y debería darse) el lujo de ser un partido selectivo, considerando que, evidentemente, muchos querrán subirse a su tren en este proceso electoral.
Pero en lugar de colocar el letrero que dijera “Nos Reservamos el Derecho de Admisión’’, colgó el de “se recibe cascajo’’.