Para el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados, los resultados electorales han sido muy exitosos en los últimos tres años por el control de las gubernaturas en la mayoría de los 32 estados de la República mexicana.
Razón de ello, y es más que obvio, es el arrastre del presidente Andrés Manuel López Obrador, no tanto una estructura amorfa, con tribus, reyertas, caudillos y celo territorial.
Ahora hablemos de Mario Delgado Carrillo, un político – dirían en el argot futbolístico – de media tabla, que llegó a la presidencia nacional de ese partido en 2020, y en abril de este 2023, el Tribunal Electoral avaló la extensión de mandato al frente de Morena hasta octubre de 2024.
Para el dirigente nacional del partido oficial, su meta ha sido trabajar para cumplir con la instrucción del jefe máximo de la 4T, Andrés Manuel López Obrador, y pintar de guinda el mapa electoral.
Actualmente son 22 estados y en el proceso electoral 2024, ya tienen a Claudia Sheinbaum como candidata presidencial y se juegan nueve entidades y la Ciudad de México, que fueron definidos entre el viernes 10 y la madrugada del sábado 11 de noviembre.
El método de selección a pesar de que obligó a los aspirantes a aceptar los resultados, ha dejado fracturas y quien no las quiera ver y, sobre todo, atender, está mal y ello puede resultar contraproducente en el 2024.
En este proceso de selección de candidatos el ruido no fue a mayores para Mario Delgado, logró que Marcelo Ebrard se quede en Morena y convenció a Nacho Mier que aceptara la candidatura al senado.
Pero las fracturas en el partido oficial existen, a pesar de los desplegados de los gobernadores de Morena.
El reto es lograr el carro completo en el 2024 y en la soberbia de los dirigentes guindas no se advierte que existen muchos recelos, muchos cadáveres en el clóset que, a la postre, podrían significar que no se cumpla con el objetivo de López Obrador y el movimiento puede entrar en una etapa de agotamiento.
Ya veremos qué hace la oposición, que, contra cualquier pronóstico, tiene una puerta abierta merced a los escándalos, pleitos pero, sobre todo, los malos resultados que han dado los gobiernos morenistas, más allá de sus estadísticas absurdas e inverosímiles.