Dicen que Samuel García es un camaleón, sobre todo porque ha sabido pasar de naranja a morado camote.
Y no es tanto por su más que evidente supeditación a Morena y los designios del presidente, sino por el coraje que pegó después de que sus malabares políticos no impidieron que la mayoría opositora en el Congreso de Nuevo León designara a un gobernador interino ajeno a su equipo.
El político conocido como “Mandibulín”, volvió a la gubernatura “por tres días’’, para tratar de evitar que el Congreso neolonés cumpliera con la designación del gobernador interino y, para tratar de forzar las cosas, nombró él a su secretario general de gobierno, Javier Navarro, como “encargado de despacho’’.
Pero, ante la inminencia del nombramiento del interino en el Congreso, Samuel García envío su propia interpretación del fallo de la Corte en el cual, según él, el gobernador interino tenía que ser designado “por consensos, es decir, por unanimidad’’, lo cual evidentemente era una interpretación torcida del fallo.
Así, con el marcador en contra, horas después de la designación de su “encargado de despacho’’ y de que le corrigieran la plana sobre la correcta interpretación del fallo de la Corte, García envió sus propuestas de relevo temporal al Congreso.
Entre los nombres figuraba el propio Navarro, Martha Herrera, secretaria de Igualdad, Iván Rivas, secretario de Economía y Hernán Manuel Villarreal, secretario de Movilidad.
Pero no lo “pelaron” y ninguno de los corifeos de “Samuelito” fue tomado en cuenta.
La oposición PAN-PRI propuso al vice fiscal del Ministerio Público de la Fiscalía General del estado, Luis Enrique Orozco Suárez, como candidato a interino.
La propuesta recibió 25 votos a favor, 11 votos nulos y tres abstenciones, por lo cual fue declarado gobernador interino del 2 de diciembre del año en curso al 2 de junio del 2024.
La sesión en la que ocurrió el nombramiento estuvo a punto de pasar de los gritos y los empujones entre emecistas llevados al pleno por tres diputadas naranjas y los propios diputados que tuvieron que ser resguardados por elementos de la Fiscalía del estado.
Alguien arrojó una bomba de humo en el salón de plenos y eso provocó sofocos y pánico en algunas legisladoras; el PRI y el PAN también llevaron porra pero no bajaron al salón, sino que permanecieron en las galerías.
El desenlace de este episodio no fue el mejor, pero es el fiel reflejo de la ruptura del diálogo que existe entre el legislativo y el ejecutivo en la entidad.
Un gobernador empecinado en hacer sentir su poder y un Congreso, mayoritariamente de oposición, que acusa maltrato y persecución desde el primer día de gobierno.
Lo que está por verse aún es si Orozco Suárez puede tomar posesión en su oficina de palacio de gobierno pues la policía estatal, aparentemente a las órdenes de García, anunció que “defendería’’ el edificio si tratan de tomarlo.
La novela seguirá y falta ver si el Instituto Nacional Electoral asume sus funciones y lo baja de la contienda presidencial, porque, definitivamente, Samuel García es gobernador, aspirante a presidente, esquirol y mala copia de AMLO.