Cuando empezaron a escalar las cumbres de los Andes, podían oír el hielo crujir bajo sus crampones. Hoy en día, lo que más escuchan mientras ascienden es el sonido del agua derretida corriendo bajo sus pies.
Vestidas con coloridas faldas de varias capas, un grupo de 20 mujeres indígenas bolivianas, conocidas como las escaladoras de Cholita, han estado escalando la cordillera durante los últimos ocho años, trabajando como guías turísticas. Pero a medida que los glaciares del país sudamericano retroceden como resultado del cambio climático, les preocupa el futuro de sus empleos.
Las mujeres aymaras recuerdan una época en la que prácticamente todos los puntos de los glaciares estaban cubiertos de nieve, pero ahora hay partes. “Antes había un manto blanco y ahora solo hay roca”, dijo Lidia Huayllas, una de las escaladoras. “El deshielo se nota mucho”.
“Solíamos caminar normalmente; ahora hay piedras y agua desbordándose”, dijo la mujer de 57 años mientras saltaba de piedra en piedra para evitar mojarse la falda y los pies.
Edson Ramírez, glaciólogo de la Universidad Pierre y Marie Curie de Francia, estima que en los últimos 30 años los glaciares bolivianos han perdido el 40% de su espesor debido al cambio climático. En las partes más bajas de la montaña, afirma, el hielo prácticamente ha desaparecido.
Huayllas no dijo cuánto gana como guía turística, pero dijo que un escalador de cholitas actualmente gana alrededor de 30 dólares por recorrido. Eso es menos de los 50 dólares por gira que solían hacer.
En 2022, durante la temporada de escalada de septiembre a diciembre, las Cholitas realizaron 30 recorridos, dijo Huayllas. Este año, hasta principios de noviembre, apenas habían hecho 16.
La situación se ha vuelto tan crítica que las 20 mujeres han buscado otros trabajos para llegar a fin de mes. Algunas cholitas han comenzado a confeccionar y vender mantas y abrigos con lana de alpaca de los Andes, dijo Huayllas.
“Si esto continúa, vamos a tener que trabajar en el comercio o hacer otra cosa para ganarnos la vida”, dijo Huayllas, aunque rápidamente descartó su propio pensamiento pesimista, esperando de alguna manera un cambio: “No. Esta es nuestra fuente de trabajo”.