Un informe reciente de la ONU reveló que al menos 100 millones de hectáreas de tierra sana y productiva desaparecen anualmente, una preocupante tendencia que se discutió en la última Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD).
Las actividades humanas, incluidas la deforestación y las prácticas agrícolas, y el cambio climático se encuentran entre las principales causas.
En un lapso de cinco años, entre 2014 y 2019, más de 420 millones de hectáreas de tierra experimentaron degradación a nivel mundial, superando la extensión combinada de cinco naciones de Asia Central.
António Guterres, Secretario General de la ONU, enfatizó este dato durante una conferencia de la UNCCD en Uzbekistán, donde se abordó la expansión progresiva de tierras degradadas. Destacó la urgente necesidad de restaurar la salud de 1.500 millones de hectáreas de tierra degradada para 2030 si se continúa en la trayectoria actual.
Como parte del seguimiento del progreso hacia el decimoquinto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU, “vida en la tierra”, 115 países informaron antes de la reunión sobre tres medidas para restaurar tierras y suelos degradados: el área utilizada para agricultura o cubierta por bosques, pastizales o humedales; productividad, la capacidad de la tierra para sustentar y sostener la vida; y reservas de carbono superficiales y subterráneas.
La UNCCD es la pieza central de los esfuerzos de la comunidad internacional para combatir la desertificación, la degradación de la tierra y la sequía (DDTS). Solicitada por la Agenda 21 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en 1992, fue adoptada el 17 de junio de 1994. Entró en vigor el 26 de diciembre de 1996 y actualmente cuenta con 197 partes.
A pesar de este panorama desalentador, hay destellos de esperanza. Países como Ecuador, Botswana y Burkina Faso han logrado reducir significativamente la superficie de tierra degradada. Este trabajo es crucial para cambiar el rumbo. Y algunos países están avanzando en la dirección correcta.
En regiones como África, América Latina y el Caribe, la restauración de la cubierta arbórea ha impulsado mejoras, mientras que en Asia, se han visto beneficios con mejoras en la fertilidad del suelo. Este trabajo de comprensión y acción local es esencial para cambiar el rumbo y frenar la pérdida continua de tierra fértil.