El Real Madrid propinó una nueva goleada al Barcelona. Encomendado a la figura de Vinicius Jr, que marcó un hat-trick, el equipo merengue se impuso 4-1 para llevarse la Supercopa de España en tierras árabes. Un título que sabe a revancha, tras lo ocurrido el año pasado.
Pocos equipos en la actualidad tienen tan clara su idea como el Real Madrid de Carlo Ancelotti. El equipo merengue no necesita de mucho para generar peligro, le basta con interpretar como pocos los espacios y luego hacer que sus hombres importantes los conquisten. No es raro, por lo tanto, que la gran figura de los blancos ante el Barcelona haya sido Vinicius Jr, un futbolista virtuoso que combina a la perfección la velocidad con el talento.
El jugador brasileño evidenció la fragilidad del equipo culé con sus galopadas vertiginosas. Esta vez ni siquiera la presencia del uruguayo Ronald Araujo pudo contener al extremo, mucho más centrado en lo futbolístico que en pelear con la grada o con los rivales. No tuvo necesidad de hacerlo, Vini, porque el Real Madrid no encontró ni siquiera el carácter del Barcelona, mansamente dominado.
En la previa, Xavi Hernández hablaba de imponer el modelo de juego, un concepto que con los días se vuelve cada vez más abstracto, porque el Barcelona ni defiende, ni ataca, y la posesión de la pelota le juega en contra, porque lo desordena. A los rivales les basta esperar una pérdida o tener un poco de paciencia para encontrar un rival sumamente adelantado, con metros y metros por detrás para caer libre y soberanamente.
El Madrid de Carletto, que todo lo sabe, no tardó en descifrar el camino y así llegaron los dos primeros goles, en apenas 10 minutos, el primero tras un gran pase al espacio de Bellingham a Vini que agarró a Kounde en ese limbo entre salir y quedarse. El brasileño se fue solo para quitarse al arquero y abrir el marcador. Como una calca, otro balón a profundidad a Rodrygo, ahora con Christensen como el protagonista del salto al vacío, abrió la puerta para un centro a Vinicius, que remató casi sin marca, ante un Barcelona que recorría apuradísimo, para tapar el desastre, pero siempre llegó tarde.
Aunque no parezca, el gol benefició al Barcelona, no tanto por una reacción propia, que se asomó tibiamente, sino porque los merengues bajaron el ritmo. El equipo culé aprovechó el letargo y entre largas y estériles posesiones encontró un golazo de Lewandowski pasada la media hora, en un balón que le cayó del cielo y mandó al fondo de las redes con una violenta volea.
Aunque no parezca, el gol perjudicó al Barcelona, no tanto por ellos, sino porque los merengues apretaron el ritmo nuevamente. No tardó el Madrid en retomar su dominio y ampliar la renta al minuto 39 tras una pena máxima producto de una falta de Araujo a Vinicius.
El tercer gol devolvió el partido a la misma tónica, con un Barcelona que a la desesperada buscaba vulnerar el marco de Lunin, atento en lo que le tocó. El Madrid hasta se dio el lujo de jugar a media marcha, como si no quisiera hacer sangre de su máximo rival. Le bastó con poner el cuarto, obra de Rodrygo, en el hat-trick deseado. El gol llegó en una nueva desatención defensiva del equipo culé, siempre partido entre la defensa y el medio campo, otra vez tarde. El Real Madrid pudo aumentar la goleada, pero le faltó tino. De todas formas todo estaba dicho.