Japón acaba de convertirse tras Estados Unidos, Rusia, China y la India, en el quinto país del mundo, y en el tercero de este siglo, en aterrizar en la Luna, pero su nave se está quedando sin energía.
«El SLIM ha estado comunicándose correctamente y está respondiendo con normalidad. Sin embargo, parece que sus células solares no están generando energía», aseguró el director general de JAXA, Hitoshi Kuninaka, unas dos horas después del alunizaje.
En su estado actual, la batería del aparato durará varias horas, explicó el director general de JAXA, por lo que si los paneles solares no logran absorber energía solar nuevamente, la nave de 200 kilos no podría recargarse, y quedaría inoperativa en nuestro satélite.
Japón ha establecido un importante hito, así que creo que esto ha sido un gran paso hacia delante, añadió Kurinata sin ocultar su preocupación, y el sabor agridulce de la misión de 111 millones de euros.
El SLIM (siglas en inglés de Smart Lander for Investigating Moon, o módulo de aterrizaje inteligente para investigar la Luna) tocó la superficie lunar a las 00:20 hora local japonesa del sábado 20 de enero, las 16.20 de la tarde del todavía viernes en España.
El de los paneles no ha sido el primero ni el peor contratiempo al que se había enfrentado Japón en su intento de llegar a la Luna.
En abril del año pasado, la sonda Hakuto-R de la compañía privada japonesa iSpace se estrelló en la superficie tras desplomarse cuando se encontraba a casi cinco kilómetros de altura. También Rusia fracasó en su intento de regresar al satélite en agosto, y EEUU el jueves.
El módulo no tripulado, de 2,4 metros de largo por 1,7 m de ancho y 2,7 m de altura, de la agencia espacial japonesa JAXA, ha cosechado, de momento, mayor éxito. Apodada Moon sniper (Francotirador lunar), estaba previsto que la nave se lanza en 2021, pero hubo que posponer el lanzamiento hasta el 6 de septiembre de ese año, hasta que llegó con éxito a la órbita lunar el 25 de diciembre.
Si vuelven a funcionar los paneles, una de las misiones que tenía la SLIM era analizar precisamente las rocas del Mare Nectaris, por las pistas que pudiera albergar sobre la formación de la Luna.
Hasta segundos después del aterrizaje, toda la operación de descenso pudo desarrollarse sin incidentes. En torno a la medianoche en Japón, y cuando se encontraba a unos 15 kilómetros de la superficie lunar, el SLIM comenzó a descender a una velocidad de unos 1.700 metros por segundo, escaneando el terreno con sus detectores de obstáculos autónomos, una especie de ojos inteligentes, que utiliza las mismas técnicas de reconocimiento facial, para intentar el aterrizaje de precisión.
Kuninaka detalló que los vehículos LEV-1 y LEV-2 adheridos al módulo se separaron adecuadamente de la matriz durante el descenso, y las imágenes que capturaron de la superficie lunar pudieron ser transmitidas, lo que, junto al logro en sí del alunizaje de SLIM pese a los problemas de energía, consideró un “mínimo éxito”.
Esta carrera por regresar a la Luna se debe al deseo de acceder a agua presuntamente atrapada en el polo sur. De momento la India, el pasado agosto, ha sido la que ha llegado más cerca de ese punto en su misión Chandrayaan-3.